Españoles, soy el Rey. Espero que os encontréis bien de salud. Que es lo primero que hay que desear a la gente. Y una vez dicho lo anterior, permitidme que a través del blog del Mago, me dirija a vosotr@s, con la sana intención de hablar un poco de mis sentimientos, y haceros esbozar una tímida sonrisa.
Veréis, españoles. Yo, soy un hombre muy alto. Mi hijo Felipe, que mide dos metros y tres centímetros, sigue mi estela y características. Me llamo Juan Carlos, como sabéis. Y soy, Borbón. Pero, Borbón de pura cepa. Es decir, heterodoxo, un tanto inesperado en la forma de mostrarme a los demás, y tremendamente espontáneo.
Sí. Dicen de mí que soy un hombre campechano. Que da gusto ver mi sinceridad, y que a veces me dejo llevar por el corazón y soy capaz de saltarme demasiado alegremente los protocolos. Es muy posible que yo sea campechano. Y, creo, que son compatibles las dos facetas en mí, la de la campechanía y la de la solemnidad. Aunque otros monarcas puedan negar este último aserto.
Veréis, españoles. Yo me considero un Rey del pueblo. Me gusta reinar, pero con una forma de reinado lo más cerca de los ciudadanos de a pie posible. Mirad. Estoy con vosotr@s. Comprendo vuestros problemas, y en cuanto conozco casos delicados, allá que voy de corazón a abordarlos con presteza y autenticidad. Siempre trato de dar calor.
Caigo bien a la gente. Me lo reconocen, hasta los republicanos. Veréis. A los republicanos la Monarquía les cae como el culo, pero a Juan Carlos, que soy yo, le tienen mucha simpatía.
Ahora ando jodido de la rodilla,-de tanto desgaste y porque me voy haciendo mayor-, y el otro día les dije a los de la prensa que estaba enfadado con ellos porque habían dicho de mí poco menos que me estaba muriendo, cuando lo único que tenía era una cosa de rodilla. Fuí sincero, y ellos o la mayoría sé que lo entendieron. Como cuando mandé callar a Hugo Chávez, porque no dejaba hablar. Solo soy un hombre que tiene sus sentimientos y los expresa.
Sí, españoles y gente de todo el mundo que me leéis. No dejo a nadie indiferente, y soy hasta original y creativo. Por ejemplo, cuando mis mensajes de Navidad. Son muy esperados, aunque dicen de mí que todos los años suelto lo mismo, cosa que no es verdad. Y como mi voz es peculiar, soy uno de los personajes más imitados de este país. Y, veréis: me pone alegre que la gente me imite, porque sé que lo hacen para divertirse y para pasárselo muy bien. Vuestra alegría, es mi alegría.
Pienso seguir dando mucha guerra todavía. Y antes de dejaros, quisiera rogarle al Peñafiel que acercara posiciones hacia mi nuera Letizia, que si la conocieras, verías cómo es un pedazo de pan, y sé que reinará como los propios ángeles, y con la profesionalidad y compromiso que todos los españoles merecéis. Y poco más, amigas y amigos. Gracias.
¡VIVA ESPAÑA!
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