lunes, 27 de junio de 2011

- LA BESTIA Y EL VOLCÁN -



Temblaron los habitantes de aquella tierra, que acogía en el perímetro de su geografía a  un potente volcán activo. Sí. Parecía empezar el Fin de los Tiempos. El interior   de  la  Tierra, comenzó a vomitar un fuego de lava, colosal e imparable.
Frente a tal desastre brutal, los recursos de los humanos eran sencillamente la penuria boba de una ilusión rota. La gente, moría literalmente frita, carbonizada, quemada y remuerta. Nadie podía tener la llave para detener aquel fatídico Apocalipsis. Solo quedaba rezar, para que el destino tuviera a bien generar un desesperado antídoto frente a la fuerza destructora del ígneo y demoledor volcán. Volcán del Diablo. ¿Qué hacer? ...
Los ruegos y rezos de la población de la isla volcánica, parecían adoptar la inconcreción de lo inane. Ningún ser benéfico ni de luz, aparecía para ayudarles a mantener   el   desesperado  sobrevivir.
Hasta, que, de repente, el gran rugido. Sí. Una enorme y gigantesca Bestia amaneció desde los alrededores del volcán, dejando asombrados de espanto a todos los aún supervivientes de la isla afectada.
La Bestia, comenzó a sorprender. El ser nauseabundo y colosal, empezó a vomitar agua sobre el interior del cráter. Al principio, el volcán seguía inalterable al propósito de la Gran Bestia, y su acción continuaba obligando a todos a poner kilómetros de distancia por en medio, para evitar el ser consumidos por aquella lava imparable y fúnebre.
Mas la Bestia, siguió y siguió bombeando agua desde su     garganta       repugnante, mientras acompañaba el bombeo con un enorme estruendo. El antídoto para el coloso volcán     era  ciertamente espectacular, mediático, magno, asqueroso e impotente. La Gran Bestia, era  tenaz y orgullosa.
Y, fruto de ese tesón, el volcán comenzó a apagarse y a perder actividad. La lava mortal cedió paulatinamente, y poco a poco el funesto volcán acabó por guardar un absoluto silencio.  La  Bestia, había matado al volcán de la Muerte. ¡Albricias de supervivencia!
Pero, entonces, ¿a quién había rezado la comunidad de los habitantes de la isla?, ¿acaso a un ser errado?, ¿por qué un ser fatal les había salvado?, ¿debían seguir lanzando plegarias a los dioses positivos?, ¿o acaso entregar su desesperación a aquella especie de Satán amigo?
-Y LA DUDA QUEDÓ ABIERTA-

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