jueves, 9 de junio de 2011

- PARTE DE MÍ SIGUE ALLÍ -



Hoy he vuelto a patear las calles más reales, de un pueblecito que está pegado   a  mi  gran  capital de provincia valenciana. Este pueblo, se llama Xirivella. Y yo, desde el año 79 hasta el 92, estuve transitando por sus calles, camino del interior de un almacén de lámparas.
¿Sabéis? El pueblo que hoy acabo de ver en este Mayo de magia y casi de verano,    sigue conservando destellos y formas del que yo conocí. Allí, en uno de sus barrios raíz, continúa  morando el encanto de sus sombras conocidas, o de unos rincones familiares, en lo que yo no pude por entonces ser feliz. Pero, aquellos rincones, siempre estuvieron bellos y con magia. Solo era cuestión de que abriera más los ojos, y pudiera vislumbrar aquella vida, gentío y luz que me perdí.
Sí. En el pueblo de Xirivella se me fueron los mejores y más prometedores años de mi vida. De mí. Mis circunstancias personales y penosidades, me llevaron a preguntarme que qué  demonios hacía yo en medio de aquel almacén de lámparas, derrotado, detenida mi alma, sin ilusión ni esperanza, y ante la pasividad e incomprensión de unos y otros.
El pasado, y mis grandes asignaturas pendientes. Mas hoy  ,      afortunadamente,    voy  vislumbrando nuevos detalles y nuevas noticias. Las noticias, provenientes de    "Radio  Desencuentro" ...
¿Dónde estaba yo?, ¿era yo aquel chico que no tenía ilusión?, ¿quién me había robado el yo?, ¿alguien realmente lo había hecho? Insisto. Ya voy teniendo muchas noticias de mí.
Ahora, ya veo otro universo diferente y matizable. Pero, buena parte de mí, sigue allí como siempre estuvo. Yo, alguna parte intensa de mí, sigue allí. En el pueblo de Xirivella.
Hoy me he atrevido a repasar mi vida, y a fijarme en la calle Maestro Palau, o en la de la Pelota, o en la calle de la Acequia o del Doctor Marañón. Entraña valenciana a mil. Y, sobre todo, me he dado cuenta de que ahora es otra persona con mi nombre y apellidos la que pisa exactamente aquellos lugares mágicos a la par que perdidos. Mas, no inalcanzables.
Mi juventud sigue allí. Me noto allí. Todavía debo resolver en mí muchas cosas y hablar con los enigmas pendientes del pueblo que me dió entretenimiento, espacio, lugar, vida, y trabajo. Del pueblo asombrado que yo nunca pude ver, ni oler, ni detenerme a escuchar, ni caminar con el sosiego requerido, ni tomar mi propia responsabilidad, ni mi propia vida, ni mi propia salud.
¡DAME TIEMPO, HERMOSA XIRIVELLA!

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