Hoy no me voy a la cama sin escribir. ¡Ni hablar! Es mi obligación soltar en un papel todos mis sentimientos naturales, y hacer del escrito una sinceridad mía.
Eso es. Hoy no me retiro del día sin mi sello personal escribiendo, y sin que la oscura noche me deje sin mis deberes por hacer. Sin que la mala conciencia de la pereza, pueda perseguirme.
No pienso dejarme arrastrar por la noche de la apatía y de la renuncia. Porque, yo, soy luz y vitalidad. Porque quiero darle un buen corte de mangas a la muerte de la luz, y decirla que no cuente conmigo.
Adiós, luz. Pero, adiós, habiéndote ganado con la velocidad de la tinta de mi bolígrafo que absorbo del deseo de mi expresividad y de mi libertad. Luz, vida, crecer, manantial del brotar, escalar, progresar, seguir creciendo, y todo ese montón de verbos que huelen a deseo natural y admirable.
Escribir, amigas y amigos. Sí. Escribir se hace con luz. De día, o del día que nos propone una luz de artificio. Yo quisiera desde estas líneas alumbrar como una tea la fría noche del desheredado y del que sufre. Velar su sueño lloroso y aterido. Ser ambicioso con mi generosidad.
No. Hoy no me acuesto sin meterme un buen trago de letras escritas y fáciles, todas ellas cargadas con mis personales sentimientos. De los de vuestro José Vicente. De vuestro Mago y Poeta.
¡Ni hablar! Antes de que los ojos se me cierren y me impere el gigante irremediable del sueño de Morfeo, escribiré y seré agradecido. Y podré dar al mundo las gracias por estar vivo, y soñar con la verde esperanza de mi sinceridad en la conciencia.
Cuando los ronquidos me lleven a la desconexión y al descanso, nadie habrá podido parar el que os haya agradecido a todas y a todos el que estéis ahí, que sigáis fieles y felices con mis cosas y ocurrencias, y que alzéis al viento una sonrisa de ternura.
Pues nunca pude imaginar que sería leído. Que, más allá de mis seguidores de España, tendría fieles amig@s en Méjico, en Colombia, en Chile, en Argentina, en Perú, en Venezuela, en Guatemala, Ecuador, y todos vuestros territorios natales que me dejo por falta de espacio. Pero, que os tengo en cuenta.
Antes de que el sueño no me deje, me dirijo a tí. Sí. A tí de ese país pequeño, remoto y aparentemente imposible, desde donde me lees ahorita mismo. Me siento muy orgulloso, anónimo lector o lectora, de que con tus ojos y tu leer, mi escrito pueda seguir siempre y siempre vivo. Sin tí, nada sería nada.
-QUE LO SEPÁIS-
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