Por eso estamos aquí. Jugándome el pellejo. Enfrentándome a una maravillosa bestia con cuernos, que pesa seiscientos kilos. Porque soy torero. Porque lo llevo en la sangre. Porque soy macho y español, y porque así me gano la vida. Matador me llaman. ¡Olé!
Pero si os digo que no paso miedo, me estaré mintiendo a mí mismo. Sí. En la plaza paso un miedo feroz, y sobre todo en los primeros momentos.
Porque nunca sabes por dónde te va a salir el toro, si te va a cabecear y derrotar mal, si te va a facilitar la lidia, o si te va a cornear en un descuido y dejarte seco allí mismo en el medio de la plaza. Es un riesgo que corro. Y lo asumo, como soldado de la tauromaquia que soy.
Antes de que empiece todo, rezo. Sí. Me voy a la capilla que hay en la plaza, y pido por mí y por todos los míos. Le pido al Señor y a la Virgen María, que me protejan y que su protección me salve. Si he de ser herido, que sea cosa leve y del riesgo de la profesión que ejerzo. Y estoy convencido, de que esos rezos van a ser efectivos, dado que pongo todo el corazón y toda la sinceridad en ellos. Mi vida corre serio peligro, pero nadie me apunta con una pistola para que siga en esto. Soy torero, porque valgo y porque me da la gana. El miedo forma parte de todo esto. Si no lo pudiera soportar, me dedicaría a otra cosa. Y santas pascuas.
Y además, con el miedo en el cuerpo no puedes triunfar ni cortarle apéndices a la res. Para salir airoso de la lidia, dejo atrás y me olvido de los malos rollos, y me centro en el estudio y en el manejo del bicho que tengo delante. El miedo llevadero, me estimula para lanzarme con la capa a por el toro. Sin valor, no hay torero que poder valga un pimiento.
Sí. Me siento realmente un privilegiado. Tengo una competencia feroz tras de mí. Hay decenas de chavales que quieren ser toreros como yo, y no lo pueden conseguir. Apoyo les mando yo desde aquí a todos esos chicos que quieren llegar al estrellato, y a consagrarse en su profesión. Yo, que ya estoy en la élite, les aconsejo que nunca decaigan, y que trabajen mucho en su físico, y que se cuiden. Que luchen verdaderamente por lo que quieren. Que saquen la casta, levanten la cabeza, y hacia adelante. Siempre hacia adelante. Como hacen los valientes. ¡Y que tengan mucha suerte!
Y luego, cuando hayan mostrado tesón y valor, tiempo tendrán para sacar el arte y el glamour con la capa y en todas las suertes. Entonces será el momento de mostrar el duende, la chispa, la magia, el brillo, el color, la creatividad, y el gustarse siendo torero de verdad en el centro del coso taurino.
Y en el triunfo está todo. Sí. El reconocimiento, las chicas, la puerta grande, la popularidad, la tele, los seguidores, y los millones. Y entonces puedes hacerte rico, y comprarte una gran casa, y varias para los tuyos. Tengo valor, y éso, al final, se cobra y reconoce.
- ¡OLÉ! -
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