Os sitúo. Manolín. Un vecino treinteañero. Una auténtica bestia parda, cargada de destructividad y de violencia. Un enfermo mental imparable, el cual gritaba y rompía todo cuanto se le ponía por delante.
Era drogoadicto y alcohólico, y éso, unido a su patología, le convertía en un sujeto ciertamente de temer. Y recuerdo que todos los años, nos rompía la puerta acristalada que da a la calle y por lo menos en dos ocasiones. Su pobre y menuda madre, estaba desolada. Su hijo se pegaba con todos.
Además, y en su terrible destructividad, "Manolín" tenía fijación por los contenedores y por el fuego. Y en cuanto nos descuidábamos, los citados contenedores ardían por la acción del terrible vecino. Y allá que iban los bomberos tras Manolín y su vandalismo hacia el mobiliario urbano. Quizás, en su piromanía y en su simbolismo, se hallaba la clave de su mal. Se sentía sucio, y quería purificarse a través del fuego, y su violencia continuada no era más que el deseo terrible de darse a conocer, de tener identidad, y de gritarle al mundo y a su manera, que él existía. Drama cotidiano.
El joven Manolín, a consecuencia de sus continuadas violencias, acabó en un peregrinaje que le llevaba de la cárcel a la barriada, y de la barriada a la cárcel. No sabían muy bien qué hacer con Manolín. Y yo, llegué a temer que una muerte prematura acabara rápidamente con su vida,ante los ojos aterrorizados de su andaluza madre.
Pero, cuál no sería mi sorpresa, cuando, tras un tiempo de no verle por la barriada, me pareció que era él cuando un día caminaba yo tranquilamente por mis calles familiares.
Sí. ¡Era él! Pero, estaba tan cambiado, que no lo parecía. Manolín ya no gritaba, ni amenazaba a nadie, ni rompía cosas, y en él parecía haber anidado un extraño por novedoso semblante de paz.
Reconozco, que al principio no pude creerme lo que veía. Pensé que sería transitorio, y que el demente de Manolín bien pronto volvería a las andadas. Pero, me equivocaba.
Porque pasan las semanas y los meses, y la violencia de Manolín parece haberse retirado, camino de otros lares. Sí. Manolín está casi rehabilitado. O, rehabilitado sin casi. Es más que probable, que un equipo eficiente médico/psicológico haya decidido abordar sus problemas y así hablarle en sanidad y con pleno acierto receptivo.
Me alegro mucho por Manolín. En el fondo, es un pedazo de pan. Como lo es su madre. Creo profundamente en la regeneración y rehabilitación de las personas. Manolín es un ejemplo.Ahora ya no se droga, ni bebe, y se toma la pastilla para su esquizofrenia. Y la mejor noticia para Manolín, es que tanto él como su madre, ya sienten por adentro una extraña adicción que se llama sosiego interior.
-LO CELEBRO-
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