Rubia, ecuatoriana, y tremendamente alegre. Alegre, pero decidida y positiva. La conozco, de coincidir con ella en las mañanas mágicas y entrañables del Jardín Botánico. Es joven, y tiene cara de más joven, pero es clara y siempre gentil. Parece la mamá de dos pequeñas nenas, a las que cuida con esmero y con gran cariño. Casi se podría decir, que es más que una cuidadora. Es un cariño para las dos gemelas rubitas y corretonas. Muy vitales.
Lorena tiene los ojos y la boca grandes, y es chica de caderas. Y transmite alegría y naturalidad. Es mucho más inteligente de lo que puede parecer, porque tiene un don claro. Es intuitiva para decidir las personas que deben interesarla, y a las que debe rechazar.
Lorena es guapa y tiene encanto, y novio, y las ideas muy claras porque duda bastante. Pero cuando se decide, no la para nadie porque sabe muy bien el terreno que ha de pisar.
En la cena generosa de hoy, junto con su amiga la hondureña Lourdes y conmigo, se ha centrado en los aspectos más alegres y humanos. Lo que más le interesaba era la cosa noble e interior de las personas. Y, cantar. Pero, cantar, sabiendo qué canciones eran innegociables.
Lorena es buena gente y sabe agradecer los buenos sentimientos. Afirma que tiene un novio que aunque no es el tipo de hombre que más le agradaría de entrada, lo que le parece más oportuno como pareja es que es claro, directo y valiente. A Lorena le encanta compartir y llenar. Tiene mucho amor que dar, y lo demuestra cuando ve reciprocidad. Ya está pensando en invitarnos a una comida para el día de Reyes. Es familiar de naturaleza. Integradora.
Mientras cenaba con ella y con Lourdes, reflexionaba yo entorno al prejuicio de la xenofobia y de sus grandes mentiras. Todo esto de la xenofobia y de mirar de reojo a la gente del país de Lorena o de la otra muchacha, es una tamaña majadería.
Lorena es de aquí. De aquí de la sensatez de todos. Lo de menos es si ha nacido en Ecuador, en España o en Camboya. Es de aquí del talento humano de los sentimientos. De ese mundo universal.
Al acabar la cena, Lorena empezaba a bostezar. Estaba cansada, y entonces quería aparentar que no pasaba nada. Pero, bostezaba. Sí. Porque es natural, y lo único que no quiere es engañar a nadie. Impactan su franqueza y coherencia, las cuales conectan con su juventud. Es una juventud que huele a eterna y no a cronológica. Porque Lorena será joven siempre, porque ser viejo es una cosa que no va con élla, y que nunca será.
Lorena sabe sorprender. A pesar de que su sueldo es bien modesto, ha sido capaz de gustarnos a la hondureña Lourdes y a mí. Nos ha dado una grandota bolsa llena de productos de perfumería, que ha ordenado bien según el sexo. Detallazo de ser humano.
En esta Navidad de tanto prejuicio para los inmigrantes y para los que vienen de afuera, el ejemplo de Lorena rompe estereotipos y barreras. Lorena no hace otra cosa que aprender, y aplicar ese espíritu de superación a su vida cotidiana.
Es ambiciosa, pero realista. Habla de proyectos, de que quiere tener su propia empresa, y que no quiere ser toda su vida una chica de trabajos auxiliares. Piensa en su futuro. Sabe que sus niñas crecerán, y se harán grandes y libres. Y entonces podrá estar llegando su momento más oportuno.
Me siento bien por tener una amiga ecuatoriana como Lorena, y lo de menos es su nacionalidad. Sí. Lo demás, es que en todos los sitios hay gente de todos los modos de ser. Todo es una gran mito interesado. Lorena es de verdad, miente poco, y lo que sea te lo va a decir a la cara. Hace bien. Aporta frescura y le da encanto a su aprendizaje. Y desde esta Navidad le deseo lo mejor para su futuro.
-ES DE JUSTICIA HACERLO-
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