Clarambú. Su cuerpo, está sostenido por unos puntales que afianzan su cuerpo. Sus músculos y articulaciones no pueden sostenerse por sí mismos. Solo los apoyos de los potentes hierros, científicamente dispuestos, logran que exista una sujeción y estabilidad orgánica, que hace que no se desmembren sus funciones vitales y caiga al suelo hecho añicos. La muerte segura de Clarambú.
Los médicos han decidido que durante meses la libertad física y la emocionalidad vertiginosa y náufraga de Clarambú, haya debido estar condicionada por la vigilancia y el control constante.
Hasta, hace unos momentos. Porque ahora va a comenzar para Clarambú una nueva etapa. O, por lo menos, se va a intentar.
El summo director del gran hospital, ha decidido que van a probar la solidificación y la independencia física y psíquica de Clarambú. Y para éllo, le han sacado a un terreno abierto y espacioso, para ver cómo se desenvuelve sin los ganchos que le tienen preso para que viva.
Sí. El espacio abierto. Como un gran desierto espacioso y desértico, para poder laborar los médicos con amplitud y sin condicionantes orógraficos ni de ningún tipo. Ahí se va a hacer la gran prueba.
Mas Clarambú está muy confuso y extraño. Se ha acostumbrado a los hierros que sujetan su cuerpo, y que establecen su seguridad vital. No quiere que le quiten los puntales. Lo teme todo, y grita: -"¡¡Por Dios, que no me saquen de aquí!!, ¡¡que no me quiten lo que me sujeta!!, ¡¡me moriré!! ...
Mas los médicos están sordos. Es mejor que Clarambú llore y se asuste. Que suelte todo su terror y pánico. Hay que intentarlo. Allá van.
Para éllo, le sueltan los puntales que sujetan su pecho y sus brazos. Clarambú sigue gritando de miedo, pero no se le sucede nada. Su tren superior sigue estable. Hasta que finalmente, su cabeza es igualmente liberada. "- ¿Cómo moverse?, ¿cómo mover su cabeza sin vaivenes o desequilibrios?", piensa casi en shock el bueno de Clarambú.
Los médicos, van sonriendo. Clarambú, aguanta. No se desploma, no hay nada que impida que sea libre y feliz. Nada debería temer. Pero Clarambú sigue cerrando sus ojos atemorizado para no ver. Guiarse por sí mismo le parece una salvajada ...
- "¡Quítadle los puntales de las piernas y de los pies! ¡Absolutamente todos, amigos! Liberémosle el cuerpo. Todo, todo. ¡Adelante! " ...
Ya. Ya está. O si, o no. El cuerpo de Clarambú, ya no tiene puntales que paren sus músculos. Ahora, solo debe intentar caminar. Pero el hombre grita y se niega a hacerlo: -"¡Oh, no! ¡Por Dios!" ...
Los minutos avanzan y Clarambú no se decide a dar un solo paso. Hasta que el jefe del gran hospital se ve obligado a ordenar a unos sanitarios que le ayuden a dar sus primeros pasos.
Clarambú comienza a caminar. Muy lentamente. Ayudado por la medicina. Parecería que puede hacerlo sin que le pase nada. Y al cabo de diez minutos aproximadamente, el casi resucitado Clarambú grita de nuevo a sus ayudadores: "- ¡Oh, por Dios!, ¡dejadme!, ¡fuera de aquí!, ¡¡ puedo hacerlo solo!! "...
La cara de Clarambú es una explosión de emociones. Ya no depende de nadie para vivir. Llora, ríe, suelta gritos, y lanza carcajadas emocionadas e incontrolables. Pero ahora el director del hospital está satisfecho. Sabe que Clarambú es feliz.
-EL MILAGRO SE HA LOGRADO-
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