Os confieso que no sé poner la tele en marcha. Coñe, y mira que se afanó el de la antena de la TDT en explicármelo. Pero, nada. Ya llevo dos semanas, y no sé qué hago para poner en marcha la tele. Desconozco los pasos a seguir. Veréis.
Cojo uno de los dos mandos que preciso,-el viejo creo que es-, y le doy a una tecla.Nada.Res. Vuelta a empezar. Le vuelvo a dar a otra tecla desde el viejo mando, hasta que de forma casi esotérica, sale nieve. Cáspita, no se ve nada, pero por lo menos sale nieve y va. Buena señal.
Es el momento de accionar a la desesperada ya, el segundo mando. El nuevo. El que mola y casi brilla. Y allí que le doy a las teclas de los canales a ver si hay suerte. Hasta que finalmente, -y no me preguntéis todavía el cómo-, logro que se vea la tele y la TDT esa. Coñe, ¡qué bien se ve! Y eso que la televisión, que es de segunda o tercera mano, creo que me costó sobre cincuenta euros. ¿Esoterismo adicional?
He de reconocer que yo no soy chico de la quinta de la tecnología desarrollada, como son los niños y jóvenes de hoy. Pero pienso firmemente, que eso de los dos mandos es una solemne horterada. Sí. Ya sé que han adaptado al viejo televisor el TDT ése y tal, y que mi vieja caja tonta no estaba preparada para tal envite y logro tecnológico. Y que sin el mando de antes y matriz, eso no puede ir. Soy bastante consciente. ¡Pero me sigue pareciendo lo de los dos mandos una solemne horterada! Lo siento de veras. Comprendedme.
Casi que me recuerda esto de los dos mandos, al lío que hay entre dos de los Poderes del Estado. Ya sabéis. El tema de Garzón y tal. No hay más remedio para que podamos tener un Estado democrático que se vea bien y TDT y todo, y que ambos Poderes se lleven bien y se coordinen. Como los mandos de la tele de mi casa.
Porque el objetivo final es que la tele se encienda y que la Democracia resplandezca sin tensiones. Pero este tema no era el objeto de mi escrito. Sólo ha sido una ráfaga que me ha venido . Perdonad.
Imaginemos por un momento que me cargo los mandos de la tele al tocar desordenada y alocadamente las teclas. ¿He de ir a la tienda más próxima a comprar dos o tres mandos más? , ¿media docena?... No digamos ,si encima me cargo la tele.
Dejaré el lado más desagradable de esta Ley de Murphy. La buena noticia es que desde el mando viejo veo nieve, y eso significa que la tele va en el buen caino. Y siguiendo el paso de la nieve , ahora le toca al otro mando darme la imagen nítida y esperada. ¿No es ya un gran avance incial?
-PROMETO QUE LA SEMANA QUE VIENE SABRÉ ENCENDERLA-
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