A mí nunca me han convencido los jugadores que corren mucho. Sobre todo, si desean ser los mejores del mundo. O si, en el caso de Leo Messi, pretendería aspirar a ser no solo el mejor jugador del mundo, sino incluso a marcar unos lustros de hegemonía absoluta como fue el caso de los ya sabidos, Di Stéfano, Pelé, Cruyff y Maradona. Yo creo que todavía es pronto. Y tampoco creo que sea imprescindible para ser el mejor y con diferencia, el hecho de ganar Mundiales o Champions. Insisto en lo que apuntaba al principio. Maradona no tenía necesidad de correr para hacer sus mágicas herejías, al igual que el mito Pelé. El gran jugador es, el que se para. Y el que tiene visión de juego colectivo. No se puede ser el mejor y con diferencia si no se coge la manija y se sabe dirigir. En éso,Cruyff era un maestro. En el campo se hacía lo que le daba la gana al holandés. Por eso fue el mejor de su época. O el mismo Maradona, desde su brazalete de capitán, se hinchaba a dar pases y pases insólitos y maravillosos, compaginando su perspicacia con mando, y con regates individuales y asombrosos pegados sus pies a un balón. Lo anterior, no trata de restarle en absoluto méritos a esa nueva sensación que se llama Leo Messi. Leo Messi tiene un regate imparable, marca goles de astucia y potencia, da pases de malicia, tiene 22 años y una proyección maravillosa a la par que envidiable. Pero Messi todavía no manda en el campo. En su equipo manda Xavi, por poner un ejemplo. En el equipo de Maradona mandaba Maradona, y en el equipo de Cruyff mandaba Cruyff. Cruyff cambiaba de ritmo, y seleccionaba los cambios de ritmo. Maradona la liaba en un ladrillo y sin correr. El Pelusa era el pie mágico cosido a una pelota. Pelé era el mago capaz de sorprender con la inteligencia de un iluminado, y su magia especial le convertía en líder potencial y real. Leo Messi es ahora mismo el mejor jugador del mundo, y con diferencia. Pero todavía hay que esperar que el vino repose. Es muy joven, y es necesario que modere su velocidad, y se ponga más hacia la circulación del balón rápido y a tomar la manija y el mando. Y ésto, está por confirmar. Si gana personalidad y coraje, puede lograr auparse definitivamente al mito que surge del trono de los elegidos. Yo tengo ganas de tener en mi planeta del fútbol al sucesor del gran Pelusa. Siempre es bueno tener un nuevo dios, y no vivir de la nostalgia de los abuelitos. Pero, en mi modesto criterio,Leo todavía camina hacia una consagración que espera anhelante la primavera total de su fútbol mágico. - PUEDE CONSEGUIRLO -
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