Zabe el destino que no zoy hombre de vé la carrera de lo coche, y que lo que má me mola es estar con mi gordi Lurdes. Pero allé no zé que pasó. Joé. La Lurdes no paraba con Fernando Alonso de lo coshe, y con el Ferrari, y demá cosa así. Hasta que tanto y tanto y va de insistí, que al final me tocó desirle a la Lurde : "Venga, shiquita, vamo a ver eso de Fernando Alonso que la cosa ha de estar emosionante y bien salá". Y tan que asín que la Lurde se me puso al lao, y nos pusimos a vé el acontesimiento. Os confieso que soy bastante supestisioso. Y que frunsí totá el entreseño cuado vi que bajaba el Rey y no encontraba al Fernando Alonso. La Lurdes me dijo que era normá, porque había allí demasiá gente y musha nerviosera. Pero, a mí no me convensió paná. Me pasé tó la carrera preguntándole a mi Lurde qué coche era el del españó, porque soy honrao y cuando yo no veo una coza, cierto que la pregunto sin pará hasta dar con ella. Y Lurde me desía y me desía: "Coñe, amó, ¡el que va detrá de Petrof el ruso". Reconosé, es de sabios. Y ahora que mi Lurde no está delante ni pué verme, os diré que no entendí ná, ni de rusos, ni de Petrof, ni de colore de coche, ni tan que asín. ¡Ná entendí! Lo único que yo veía era que uno iban a toa leshe, y que otros no caminaban un colín. Y que la afisión ejpañola estaba pero que mú preocupá. Y mi Lurde, casi histeriquita perdía la probe niña. ¡Ay, Lurde, mi amó estáte quieta que ya no te quedan uña ni ejmalte, joer! Lágrima e lo que vi. Y me dije a mí mimmo que yo no vuelvo avé en mi puñetera vía una carrera de coshe más. Qué desepsión maj gorda. Lo que no entendía yo, esque llendo en un Ferrari Maserati de éso, no pudiera con el Petró ruso ése. Hasta tar punto, que en la carta a los Reye, ya no incluyo yo el Ferrari. Mirad: donde esté un sitroen de los dos caballos, o un seat seisiento, no hay Ferrari que valga. Que a mí la vía me ha dao mucha de experiensia y sé lo que me digo. A pesar de que la Lurde no paró de llorá y de estar múa toa la tarde, le pregunté yo sin miaja de malisia: "Cari, ¿quién ha ganao de tos esos coches que tanto corrían como condenao, mi amó?... Solo me dijo que, un Rebú. Que había ganao un Rebú y que me callara en siglo, que era el tiempo estimao pa que se le fuera la pena. Y en eso que miro la nevera y veo una botella que ponía Re Bul. La saqué y se la dí de probá a mi Lurde. Al prinsipio no quería. Pero alguna jora más tarde estábamo en la cama. Y puntúamente, los do corríamos más que el ganaor de lo coshe. ¡Por ésta! -MIL BEZO-
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