sábado, 23 de enero de 2010

- IÑAKI YA NO ESTÁ EN LA TELE ABIERTA -

Me lo imaginaba.La radio es una cosa, pero la tele actual es otra. E Iñaki es personalidad y rigor. ¿Cabe eso en el medio televisivo que hoy se estila? Difícilmente. Hoy en la tele se estila el ruído y la música de percusión. Iñaki no sonreía porque,sencillamente,no lo consideraba oportuno. Y punto.
Iñaki es como es.Y cuando se pone a dirigir un telediario no se pone a dirigir un "reality" sino la realidad tal y como es, está y se presenta. Sin concesiones a la frivolidad.
Iñaki Gabilondo representa un estilo basado en el rigor. Rigor en la capacidad de deslindar pese a quien pese, lo trascendente de la menoridad; lo que es importante de lo que es menos importante. Las Noticias no tienen porqué ser amables, o llevaderas, picudas o azarosas. Las noticias no se improvisan, no se ajustan a guión.
Me vienen a la cabeza esas palabras que dicen que un periodista solo puede ser notario de la actualidad.De una actualidad que no se programa, sino que simplemente, sucede.
Lo que en mi opinión le pasa a la tele es que nos hemos hecho demasiado cómodos para prestarle concentración y atención a media hora larga de información veraz. Y necesitamos de la batería sonora, de los efectos especiales, de la noticia tonta del día, del circo de ver cómo uno se trastabillea o se cae, y de unos presentadores que muevan la voz como bailarines en un plató de una discoteca.
Iñaki Gabilondo se daba cuenta.Por eso nos miraba con seriedad.Porque nos veía cómo nos distraíamos y no le prestábamos la atención debida. Pero Iñaki no iba a cambiar. Que cambie si lo desea el espectador televisivo, y si no lo desea, pues también. Iñaki se nos ha ido de Quatro sin estridencias ni ruídos bobos. Con profesionalidad.
Ahora, otros cogerán el relevo y le darán a la batería, y a la noticia del morbo, y ya procurarán nunca jamás ponerse serios ni demasiado rigurosos porque el mundo actual televisivo y en general, es así. La audiencia.
La radio parece por ahora otra cosa. En la radio vuelve a rebotar la magia del matiz, puede haber intimismo, desmarcarse uno de lo aparentemente inmediato, hacer una tertulia sin que nadie grite, se atropelle, salte la publicidad, o un regidor diga que se aplauda o abuchee.
En la radio todavía hay tiempo para el oxígeno del talento. En la televisión, no. En la tele hay que llevar la sonrisa puesta, y danzar al son de una impostora música rockera de fondo. La tele es para los "Grandes Hermanos", o para la imagen con secuencias a todo trapo. Diversión, brevedad, y velocidad de audiencia.
- LO SIENTO, MAESTRO -

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