domingo, 27 de abril de 2014

- CINE: "OCHO APELLIDOS VASCOS". -



Os confieso que la razón que me llevaba a ir al cine para ver esta comedieta menor, no era otra que para intentar captar la clave de un éxito comercial que le llega a las mismas barbas del "Torrente" de Santiago Segura. Sentía picazón de curiosidad.
Y, seguramente, la clave la ofrece el personaje de la cercana actriz Carmen Machi. Sí. Estamos cansados y no queremos la tensión. Y nos va la risa y la experiencia, la picardía y la sorpresa eterna de los sentimientos. Nos gusta lo fresco y lo inocuo, y pasar una tarde con los amigos hablando de nuestras cosas cotidianas y en absoluto trascendentes.
Nos mola el cine de las pequeñas cosas, aunque podamos saber que no vale demasiado y que es mejor el talento de la realidad.
Vamos al cine a desconectar y a relajarnos. Y a que si hace falta que Sevilla se enamore de Argoitia, o que las palomitas sepan a txacolí, o que la cocacola tenga el sabor especial de Andalucía, ¿qué más da? ...
De ahí la idea de la frescura que llega próxima y cercana. Sí. La juventud y el amor. Dani Rovira y Clara Lago. Los tópicos y los morbazos desde donde se suelen exagerar potentemente las realidades.
Nos gusta la caricatura mágica del sensacional papel del actor Karra Elejalde, porque le vemos absolutamente auténtico. Le queremos ver así, nos agrade o nos deje de agradar. Y el cine puede ser una excelente idea.
¿Convencer a alguien de algo?, ¿ver los telediarios de nuevo en un tiempo de ocio que marca la premura y la carencia de amplitudes de felicidad? ¡Ostia! ¡Que no, mi arma! Que para éso, la gente no va demasiado al cine. La masa llena las salas cuando quiere consumir un deseo encerrado y que sabe salir en muy pocas ocasiones.
¡El amor! La gran energía y el gran sentimiento. Las distancias y los atavismos, los buenos y los malos, los enconos, todo puede esperar al menos hasta que se termine la historia y hasta el deseo creador y cinematográfico.
La realidad, nos elige y nos tiene. Y romper esa puta pared, no se hace a golpe de puñetazos sino a abundantes besos de tornillo. No parece haber otro modo de salir de ahí.
Las sociedades son muy complejas. A veces nos parecemos lo que un huevo a una castaña. Y entonces decidimos desnudarnos todas las cuerdas que extrañan nuestras sonrisas, y nos disponemos a que pase algo bonito y que hasta puede hacernos pensar casi sin querer.
Euzkadi y la reivindicación. España, Andalucía, el Rocío, todas las tradiciones y muchísimos tabúes. Tabúes por todos los sitios. Los maniqueísmos siempre romos e interesados. Es mejor que nos llevemos bien y que tratemos de parecernos a positivo lo más posible.
No pasa nada, ni debe. El sentimiento del placer que nace, lo acaba haciendo todo más llevadero. Porque cuando estás en la cama a gusto con la mujer que el destino ha querido, va y te levantas, y al encontrarte con iconos de extraños y de enemigos lo que haces es sentarte en un sillón y guardar un oportuno silencio. Que es lo que hace el personaje de Karra con el de la Machi. Aceptar que el enemigo va y te da amor, y que eso es gustito y hasta desinhibición ...
¡Oye, por favor! ¡A mí dame final feliz que no vengo más aquí! ... Me han acostumbrado a que el the end, esté bien. Y por eso la vasca con carácter que trabaja Clara Lago acaba devolviendo su realidad, se enamora del bético y joven andaluz Rafa de su corazón, tira la tradición a la purificación del olvido, y se va a Sevilla para que la salgan los Del Río palmeando las sevillanas musicales sobre su calesa.
Y, bueno, la gente sale feliz de la sala porque se ha reído y se lo ha pasado bien. Y luego lo comentarán en el bar y en la reunión familiar y de los amigos. Y se reirán todo lo que les dé la gana porque es gratis.
-ASÍ LO HE VISTO YO-

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