Abril es mi mes preferido. Siempre lo fue. Porque yo no soy de primaveras maduras de calores excesivos o exhuberantes. No. Yo soy de sorpresas suaves y frescas. Por eso me gusta Abril. Porque me saca del tedio y me sorprende. Porque es un mes adolescente y aparentemente tímido, y porque solo hay amagos y atisbos aparentes.
El otro día vi cómo se movía la vida. Y hasta en los árboles casi ignorados había mutación. Unos pequeños y potentes rebrotes, advertían que comenzaba la veda de la renovación y de la regeneración. Volvía la vida desde la clorofila y la savia, y aparecían paulatinamente hojas nuevas que certificaban las semillas cíclicas y vitales. Todo lo nuevo.
Ese ha sido y es siempre mi Abril. El pequeño detalle pionero. La anticipación. Ese primer movimiento casi inesperado. Esa primma manifestación que pasa a menudo tan inadvertida. Esos primeros pasos del niño que se mueve. Ese primer caminar del nene que ya no necesita a sus padres. Ese chico que ya es adolescente y que crece larguirucho, y al que ya no le quedan bien los pantalones. Esa muchacha que ve cómo sus senos incipientes del tránsito de niña a mujer son su sorpresa personal y más que inteligente y positiva. Ese parto de animal en la pradera tras ese sufrimiento y ese costar en dar a luz la nueva vida. Mágico parir.
Ese cambio de horizonte y de perspectiva, esa policromía tenue pero evidente, esa luz mediterránea que ya te dice que te toca ponerte otra ropa y respirar el aroma de una nueva flor. Esa vida que empieza a despertarte y hasta a gritarte imperándote a que te despiertes y mandes a tu ropa antigua al saco del olvido. Esa nueva visión del mundo y de las cosas, esa nueva realidad cotidiana y peleona, activa y punzante, necesaria y vivible.
Ese es el golpe de timón de mi Abril. Mi abril de mí mismo es un sendero que me dice que es por ahí, y que hay una bifurcación arriesgada para la orientación pero imprescindible para dejar el surco del invierno y del atrás. Como las plantas de mi balcón, las cuales ya despiertan y hacen su gimnasia cíclica, y su color a verde se revive y apunta a los brotes de las flores primerizas que están por llegar.
Mi abril es mi futuro y mi apuesta por mi porvenir. La prueba de mí mismo. Mis nuevos retos y caminares. Las nuevas cosas que me van a ir pasando, la movilidad y las nuevas magias.
Y los nuevos poemas, los nuevos charcos que hará la primavera juguetona de las nubes, y el viento meneón y bailongo que pondrá música inesperada a la imposible y nefanda quietud.
La primavera de mí, de mi abril, de mi crecer, de los nuevos zapatos y de la nueva visión de las cosas. Abril para aprender, para soñar, para hacerse río, y para llevar las iniciativas en mi mismidad. Abril eterno para ser yo. Abril de Carlos Cano, la bohemia y París. ¡Vivre!, ¡vibrar y vivir! ...
Cuando ya ves que puedes, cuando es el momento, cuando ya llegas y todo ya está ahí, cuando vas a inventar muchas más cosas, cuando te va a dar la gana hacer todo lo contrario a lo que se espera, cuando eres azul en vez de verde, o cuadrado en vez de triangular, cuando los locos sean sabios, cuando los miembros de las cátedras vuelvan a los colegios de párvulos, cuando la transgresión se imponga a lo previsto y cuando el mundo sea otra cosa.
Cuando los deseos le den un palo a la realidad, cuando dentro del llanto te parta la risa, cuando no haya cementerios, ni guerras, ni enfermedad, ni nostalgias, ni olvidos, ni pesares ni oscuridades.
Ese es mi Abril ganador y favorito. Mi mes más esperado. El mes que propone fiesta y juegos, y alegrías, y deportes al aire libre, y el olor de tu colonia de brava mujer, y el talento de un olvidado pastor, y las canciones de Perales, o el embrujo de Bisbal, o la explosión estética de Beyoncé, o la pelvis de Shakira, o la sonrisa de una expectación, o ese viaje con olor a tomillo en chiruca pegado que sabe a aventura, o ese ruído de teléfono que te busca y te habla, y toda la continuidad siempre inaplazable.
-COMO LA VIDA MÁS QUE NUNCA-
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