sábado, 10 de septiembre de 2011

- LUZ RENOVADA -



Ando estos días con trajín en casa. Y, más trajín que habrá, cuando lleguen los obreros. Mi casa. Como diría el personaje de ficción del cine. Sí. Mi casa forma parte de mi vida. Y mi  casa es una proyección de mí mismo. Todos los hogares son la proyección de todos nosotr@s.
Parece un tema menor y absolutamente prosaico. Pero yo lo vivo con emoción e intensidad. Veréis. Hacía tiempo que lo tenía en la cabeza como proyecto, y finalmente lo he    decidido concretar y acometer. Sí. Me lo pensaba mucho,-y el sacrificio está ahí-, y mis rentas   son económicamente escasas. Apenas tengo dinero, y he de administrarlo con sumo cuidado   y  atención.
Pero, el gas butano, que alimentaba la energía que daba vigor y funcionamiento a la ducha y a la cocina de mi casa, hacía tiempo que se me quedaba desfasado. Esto de las botellas del butano, de esperar a ver qué día aparecería el butanero, el peso de las botellas, mis   tres  pisos sin ascensor, la recuperación lenta de mi rodilla, y el paso inevitable e inexorable   del tiempo.
De modo, que he decidido pasarlo a luz eléctrica. He bajado y sacado las botellas del citado butano de mi casa, he acudido a la empresa con la que tengo el contrato, y solo he mantenido una de dichas botellas, por si algún día de ola de frío en invierno no tengo suficiente con las estufitas eléctricas pequeñas y paso frío. Mejor, ser previsor.
A partir del lunes, obrero y fontanero modestos como yo, empezarán a dar golpes, a quitar las tuberías que ya quedaron obsoletas y viejas, harán una nueva bancada    en    la cocina,  cambiarán la grifería, e instalarán un calentador para luz eléctrica, así como una modesta cocina. Poca cosa, pero necesaria.
Y, serán días en los que la casa estará hecha unos pequeños zorros, y acabaré de toda la labor obrera un poco hasta el gorro. Soy consciente. Pero ...
Pero habrá valido la pena. Sé que estos días miraré mucho el dinero; con gran preocupación. Y que tendré que pagar lo que casi no tengo. Pero, no me quejo más.       Asumo       la  responsabilidad y la inversión. Quiero amarrar un futuro mejor para mí, más habitable  y confortable. Quiero y voy a darle a mi casa entrañable que me lega mi madre con avanzada senectud, una nueva energía y renovada.
La luz. Mi casa se potencia con la luz práctica de la ilusión. Se hace habitable para mi futuro. Me haré mayor. Todos nos haremos mayores. Y todo habrá valido la pena. Estoy haciendo la casa, bien. Con responsabilidad, y con un tanto temerosa audacia. Asisto a mi construcción y fortalecimiento personal, con mi casa como metáfora. ¡Salud!
-SIEMPRE RENOVARSE-

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