sábado, 14 de agosto de 2010

- VIOLENCIA -

Ira al aire libre. Furia a la plancha. Demonios rojos que salen al sol, y la cabeza para peinarse. Descontrol. No se puede parar. La autoridad es un puto camelo. Cuando te encabronas te piensas el único dios sobre el pensamiento, y puedes pegar de todas las maneras. Físicamente, verbalmente, y como los simios. Cuando se te va el oremus, puedes hacer mucho daño y entonces no existen las clases sociales. Nada manda. Solo una ira roja de mercurio exagerado. Es verano en tu cabeza. Bulles y sudas como en cementerio de tu pasión fatal. Si estás fiera, lo mejor es que te seden y te pongan el orden encima. Aunque sea con una buena porra o un palo más largo. Última instancia. Incendiaria violencia que el campo seca y destruye. El pirómano violento que el campo seca y destruye. El pirómano violento se quema solo. Él y el fuego son una misma cosa llamada destrucción. Nada airoso ni puro. Solo destrucción y maledicencia. Sí. Fuego. Fuego indeseado y traicionero. Puta violencia. Agua, frente a la violencia. Agua fresca frente al veneno suelto. Fuente de sombra para apacentar a la bestia violenta. Somos humanos, porque nos alejamos de la ira y porque nos da por pensar. Ignorancia en el latido acelerado, pulsaciones como si subieras un Tourmalet, rabia en el alma de la derrota y el sucumbir. Paz. Punto y paz. La paz es la sonrisa del niño que nunca se creerá la mentira institucional de los violentos. Eso es. La bondad es el talento. La no maldad. ¿Qué puede hacer un violento contra un hombre bueno? Solo temblar. Están las leyes. Hay derechos. El mundo solo puede crecer y expandirse desde la santa y necesaria paz. El sosiego. El quemado siente sueño. La ira de su fuego tiene caducidad, y se sale. El fuego nunca es neutral. La violencia nos hace retroceder demasiados siglos. El pirómano injusto, no sabe lo que hace. El incendio también es el planeta y el monte. Cuando la violencia se genera, entonces todo se quema y crispa. Empezando por uno mismo. El amor. Ese amor. Esa bendita fuerza que para la ira y hace pensar. Maldita guerra interior y exterior. Es el consejo de los filósofos. Sin paz no se puede hablar. Sin paz no se puede crecer. Sin paz no se puede sonreír. Sin paz, surge el miedo. Exacto. El miedo es la violencia. Y la violencia no lo sabe. Cuando el violento se da cuenta de que solo tiene miedo, entonces cesa, con la lentitud paulatina de un budista. Éso, siempre. -SIEMPRE, LA PAZ-

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