Andrew Ralchan. Todo el mundo recuerda su nombre. Solo es un chiquillo, y acaba de hacer algo inaudito y letal. En un ataque de cólera, y valiéndose de un arma oriental, mata y decapita a su padre, a su madre y a sus hermanos. La noticia salta a los medios y corre como la pólvora. ¡Menuda salvajada ha hecho el niño! Todavía es menor de edad. Le internan en instituciones psiquiátricas, y poco a poco el revuelo se destensa a pesar de que el caso reabre el debate sobre la ley de protección a los menores. A partir de un tiempo determinado e inexorable, nadie va a saber nada más de Andrew Ralchan. Nunca trasciende que ahora parece comportarse de una manera bien distinta a la que se expresó cuando saltó la triste noticia del asesinato de su familia por él. Insisto. Nada trasciende. Parece que es mejor que nada trascienda. Porque Andrew Ralchan está socialmente condenado de por vida, más allá de instituciones judiciales o penitenciarias. Andrew ya se ha hecho mayor. Adulto. Tiene ahora treinta años. Nadie sabe, o bien poquitos, que Ralchan hace más cosas que vivir del penalty de su tremendo error mental. Ahora, Andrew, con otro nombre e identidad, se dedica a otras cosas más sociales y benéficas. Como se verá. Un enorme incendio se desata en la montaña. El calor y los pirómanos se acaban de dar la mano. El fuego arrasa todo lo que halla a su paso. Hay viento. Puto viento traicionero. Las unidades de bomberos parecen a veces desbordadas. No obstante, reaccionan bien y van salvando a los lugareños que moran en las pequeñas aldeas montañosas, del efecto mortal de la suerte de pira. Salvo una aldea cercada por el tremendo incendio. El jefe de los bomberos descarta actuar allí. Las séis personas de la citada aldea, van a morir abrasadas.¿Condenados?... Mas de repente, falta un bombero. Alguien, hace caso omiso a las órdenes dadas, y mientras sus compañeros bomberos se alejan, el desobediente temerario se va camino de la aldea sentenciada. Media hora más tarde, el heróico bombero Ansell Racks, regresa junto a su compañeros guiando a los séis habitantes de la aldea camino de la vida y de la salvación. Sí. Les ha salvado. El ex asesino Andrew Ralchan es ahora bombero y se llama Ansell Racks. Tras la tremenda bronca por su temeridad que le echa el jefe de bomberos y algunos días después, a Ansell Racks le conceden todas las medallas al mérito, pero el hecho no trasciende. La noticia se limita a decir que un grupo de bomberos cumple ejemplarmente su misión, y salva vidas. Como debe ser. Nunca nadie debe saber nada. Ni, qué demonios piensa de su nueva identidad Andrew Ralchan, ni si tiene mujer e hijos, ni si ha sido perdonado por alguien, o si un día él decidió perdonarse a sí mismo. -QUE PARECE QUE SÍ-
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