lunes, 9 de agosto de 2010

- TODA LA PROPIEDAD -

Tenía tiempo. Mucho tiempo. Casi todo el tiempo del mundo. Sus padres nunca estaban, y creció muy solo. En realidad, creció en su cuarto y pegado al ordenador. Y ya de joven, se convirtió en un terrible y anónimo pirata informático. Herido de rabia, se propuso lograr lo que otros tanto habían anhelado y sin fortuna. Nada más y nada menos, que romper absolutamente todas las barreras legales que colocaban ante sí los Estados más poderosos. Y el joven se fué curtiendo en eso de abrir prohibidas puertas informáticas. Periódicos digitales, webs de ayuntamientos de ciudades, de capitales, archivos secretos militares, etc, etc, etc... Se llamaba Fred Mulligan. Rubio, alto, delgado, ojos azules, y dedos extremadamente largos y ágiles. Solo bajaba a la calle, lo justo para ir al súper. Su mundo y su vida, se llamaban informática e internet. Todo lo demás, era menoridad para Fred. Económicamente, el joven vivía de las fuertes sumas de dinero que le mandaban sus padres, procedentes de los más inauditos paraísos fiscales. Por cierto,que hacía unos ocho años mínimo que no veía físicamente a sus progenitores. Y este hecho no le importaba en absoluto a Fred. Un día de verano en el que por cierto cumplía veintiocho años, Mulligan decidió actuar y hacerse con los archivos más importantes del mundo. Con la casi totalidad de los secretos militares de los estadounidenses, los cuales son quienes ahora llevan los hilos del mundo. El Pentágono ofreció fuertes sumas de dinero por su captura, y trató inúltilmente de neutralizar su capacidad escurridiza y mutante. Pero Fred Mulligan no se inmutaba por ello. Al revés. Sonreía. El mundo estaba en sus manos. Toda la propiedad , era suya. El capitalismo le seguía los pasos, porque él andaba por delante del Sistema. ¿En dónde estaría Fred Mulligan?,¿cómo era posible que tal genio descarado y audaz se saliera de rositas y burlara los más sofisticados y novedosos sistemas de protección informáticos? ¡Había que prenderle y lo más pronto posible! Todo apuntaba a que era y se trataba de un terrorista redomado y hambriento de poder. Un ser despreciable y abyecto. Mas no fue necesario apretar del todo las tuercas. Alguien se quejó de malos olores. Era un fétido olor a cadáver, que se desprendía del cuerpo inane del buscado por todos, Fred Mulligan... El inspector destinado a aclarar los detalles del óbito del facineroso, informó al Poder que el tal Mulligan había fallecido a causa de un infarto de miocardio. El ordenador estaba abierto en aquel lugar donde moraba el finado pirata. Una hermosa foto de mujer sin ropa y con una sonrisa deslumbrante, llenaba la pantalla. - ¿SÓLO UN SUEÑO? -

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