Hablo en este caso de las plantas de mi balcón. Pero yo también podría aplicarlo a muchas cosas de mi vida. Crecer es magia. Y para percibir ese crecimiento has de estar observativo y perseverante. Apasionado y atrapado en ese placer de lo que es ese crecer.
De repente, casi de la nada, como una magia, algo minúsculo emerge de la tierra y va conformándose como individual. Toma forma un nuevo cuerpo visible, que se proyecta hacia arriba y hacia lo ancho con poderosa libertad y potencia. Ganando la conquista de su unicidad, carcacterística y espacio.
Quien me sigue el blog, sabe que soy un fanático amateur de las plantas. Y en estos seres vegetales deposito mucho mi observación. Me gusta ver cómo crecen. Me relaja y me fascina. Últimamente experimento con semillas, lo cual implica mucha ansiedad porque el germinar no es sencillo, y cuando finalmente la plántula se destaca y se reinvindica plenamente como ser enraizado que se desarrollará, siento una suerte de alegría y paz interior. Siento que ha valido la pena respetar sus cuidados atentamente, y admiro ese constante parir de la vida.
Sí. Me alegra ver crecer a mis plantas. Es una bella sorpresa que viene del misterio. Quien crece, está luchando por lograr su robustez y salir poco a poco de su fragilidad y vulnerabilidad.
Verse como crecen, no puede permitirlo de inmediato la vista humana. Las plantas, como todos los seres vivos, van creciendo casi sin que te percates de ello. A los días, al mes, a las semanas, con el paso del tiempo y supongo que dentro de ese azar mistérico que es el aparecer marcando presencia y suscitando la alarma de la atención.
En las semillas triunfantes que germinan, puedo verlo con nitidez. Al principio parece que no estén en la superficie de la tierra de la planta, luego se observan formas confusas y prometedoras, y finalmente ves el brote. Y si las cuidas y proteges, te vas sentando a observarlas un tiempo, y te aparecen en el mirarlas cosas nuevas que no sospechabas que se habían producido o tenido lugar.
Es hermoso verlas crecer. Y me fijo en la fuerza o no de su enraice. Y cuando hay resistencia al tirón del arranque, es la señal definitiva de que vas a tener bien sito y recto un tronco central, y que si lanzas gotas de agua sobre sus hojitas ya no va a suponer el daño sino el refresco sobre el nuevo ser precoz que llama y estalla.
Sí. Me encanta ver la transformación activa de las plantitas, de los tallos más grandes, de las hojas, de las tonalidades de la savia verde y de su forma o modo creativo. Es, la vida. Me limito a observar cómo la vida cumple su función y resultado cuando se han dado las condiciones.
Ya sabéis que mi mes preferido es el de Abril y que le hago algún asco al vanidoso y exhuberante y exhibicionista Mayo de las flores epatantes. Yo prefiero la innovación del fresco del principio de la primavera, y disfruto de la modificación y transformación de la quietud del aburrido invierno que muta en nueva actividad cíclica. Y te tienes que fijar en que las cosas cambian, porque de primeras no se percibe, a menos que lo esperes y que desees que ese cambio vaya llegando muerto el invierno.
Raíz potente, agarre bajo la tierra, vigilancia sobre los movimientos del viento, y siempre tronco o tallo central o madre. Si eso de la raíz ha tenido lugar, puedes estar satisfecho y confiado si te gusta la jardinería como es mi caso. Siempre digo con segundas lecturas, que mis plantas son mis hijas.
Todo lo que se muestra renovado, me fascina. No me conformo con las formas clásicas y tiendo a rechazar lo tradicional. Rechazo el estatismo de lo convencional, y me apasiona el hurgar en la nueva creatividad. Necesito respirar y hacer cosas frescas y no caer en los tópicos ni en los saberes blindados. Quiero contestarlo y constatarlo todo nuevamente. Experimentar desde mí y desde dentro de mí. Cuando hago una foto no me gusta su evidencia o literalidad, sino intentar que hacer que quien la vea sienta discursos diferenciados y diversos. Que las formas de mis imágenes puedan suscitar otras imaginaciones.
Me gusta jugar en la imaginación, lo cual es un límite que marca un riesgo sobre la línea roja excesiva de la fantasía. Pero yo soy así. Crecedor y amante de la dinámica y hasta de la polémica. Me agrada derribar mitos e impulsar nuevas realidades sin consenso y que aún estén en la duda. Exactamente como cuando no se sabe si mis semillas van por fin a convertirse en éxito, o como cuando siempre exista la posibilidad de que todo salga bien.
¡Y SIEMPRE VITAL!
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