martes, 3 de diciembre de 2019

- GRETA SUBIÓ A LOS INFIERNOS -




Fechas navideñas. Esperanzadoras. Santa Claus llegó del frío con sus trineos para traernos todos los regalos. Se afirma que en realidad fueron los vikingos y no Colón, los primeros en descubrir el nuevo Continente. Descubrir América.
Greta Thunberg. Un niña de cuento de princesas guerreras decide cantarnos las verdades del barquero del cambio climático. Le ha dado por ahí. Tiene síndrome de Asperger, dos padres fans, y millones de seguidores en el reality de las redes sociales.
Greta es jovencísima y sueca, y sabe soñar, y pija, y utópica, pero su efecto acojona mucho a los adultos del Sistema. Es un peligro conciencial porque es mediática y del futuro. De ese futuro del averno contrareloj que se nos presenta. Porque los mayorotes les hemos dejado a nuestros niños y jóvenes, un planeta lleno de mierda y que amenaza si no corremos, con dejarnos sin el hábitat apropiado para hacernos felices y el bien. ¡Un desastre! ...
A mí me importa un carajo quién es Greta Thunberg y quiénes son sus padres. Lo que me preocupa es que a la gente esto del cambio climático se la trae al pairo. No saben ni qué es eso del cambio climático, y creen que es una loca moda de greñudos hijos de Green Peace  y de gritones ecologistas perroflautas de esos. Y piensan, que si el mundo realmente corriese peligro, los que ostentan el Poder harían por arreglarlo. Y que si no lo hacen, pues será porque las cosas no serán para tanto.
Entretanto ha llegado nuestra "Pipi Calzaslargas" Greta Thunberg, y la niña se ha puesto en jarras y a contarnos sus historias tiernas. Epata su inocencia y empata con la inconsciencia de los inútiles cobardes del Poder. Es una lucha de mundos, de nebulosas, de dibujos animados; de visiones en el abismo de la verdad. ¡El infierno! ...
La magia de Greta intenta precozmente mover las montañas imposibles. Su discurso directo y al hígado, abre paso a gente que duda y que se interesa por lo que pasa aunque no entienda muy bien qué sucede.
Greta, la princesa guerrera y fría, y tierna adolescente como el hielo de su Suecia, nos trae siempre noticias que miramos con pícara y esperanzadora curiosidad. Y hasta el exótico Trump la pone a caldo en Twiter. Peor para él. Greta es una fuerza, el lado claro, la idea de que otro mundo es posible y se acabó. Y alrededor de su icono extraño y profundamente arrebatador, se posicionan centenares de cámaras de televisión que esperan ansiosamente esos minutos de oro para ganar la gran audiencia.
Necesitamos fantasía disney y duda, creatividad y polémica, y un mundo de acción, aventuras y corrección. Lo que está mal ha de hacerse bien. Y quien le haga bullying al planeta, ha de pagarlo. Ha de pagárselo y con creces al mágico efecto Greta.
Madrid y su cumbre climática es una gigantesca hipocresía de voluntariosos de boquilla. Para que el mundo cambie, para que todo se gire y revolucione, ha de haber una gran Transición. Y en medio de esa transición, una substitución y no solo emocional de nuestro estilo de vivir. ¿He nombrado a África y a nuestro olvido? ¡África, existe!... Si la energía es hez destructiva, deberemos utilizar fuentes de energía lo menos contaminantes posible y desde un consenso general. Si hay discrepancias, nada pasará. A pesar de que el cambio climático es el problema número 1 de todos los seres humanos. No estamos cuidando nuestra Casa Tierra, y todo va camino del carajo.
La única coherencia de la Cumbre de Madrid es la de la ausencia de los contaminadores mayoritarios del mundo como Trump, Merkel, Macron, el pirómano del Amazonas, Putin, o la nueva China. O como los jeques petrolíferos. 
Vuelvo a Greta. Me gustaría que hubiera un antes y un después de Greta. Y que empezáramos a hacer caso a nuestra idolatrada guerrillera que vino para salvarnos. Una joven loca quiere cambiar el mundo. ¡Vivan l@s loc@s! ...
Es todo un reto si le haremos caso o no a Greta Thunberg y a su efecto. Como hicimos con el mensaje tras el póster del "Che" Guevara, o con el Mayo francés, con el 15-M español,o como con todas las revoluciones de Woodstock, Beatles o Rollings. ¡Que cambie la música! ...
Hemos entre todos de decidir si otro mundo mola más. Yo creo que no solo es posible otro mundo, sino que es absolutamente necesario para que la vida del planeta se rehaga y siga bien. Hace falta quitarse la ropa por completo para ver la realidad, y leer y releer los cuentos eternos de la navidad mágica e imprescindible que tiene como el año trescientos sesenta y cinco días si no es bisiesto.
-GRETA TAMBIÉN SOMOS TOD@S UN POCO-

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