miércoles, 7 de mayo de 2014

- SUEÑOS DE FÚTBOL -



Todavía recuerdo los ojos ilusionados de mi padre cuando le dijeron que unos señores de raza blanca querían venir a casa a hablar de negocios de fútbol. Sí. Siempre recordaré la mirada de asombro feliz de mi pobre padre que era pescador en nuestra modesta villa castiza de un lugar del hermoso Camerún.
Yo, estaba asustado. Y tenía unas ganas tremendas de salir de aquella rutina de asfixia y hasta de tedio. Y me pasaba el tiempo infante jugando al fútbol a mis once años. Era bueno, apuntaba maneras, era espigado y me encantaba meter goles y ganar los partidos.
De veras que me irritaba perder hasta a las cosas más sin importancia. Era un petit león. Un potencial ganador sin fronteras. Y mi fantasía amaba a la verdad de mi realidad y de mis sueños. Yo quería ser como Samuel Eto´o. Era mi ídolo. Mi tío, mi ídolo, mi ejemplo y mi aspiración. Cuando le veía por la tele del bar de mi deprimida barriada, todo lo demás no podía existir. Samuel era el Rey. Con mayúsculas.
Llegaron los hombres blancos. Mi madre estaba muy nerviosa y me contaba cuentos de antiguos esclavos. Mi progenitora tenía los pies en el suelo. Es una sabia y casi una vidente.
Mi padre, en cambio, no cabía en sí de gozo cuando los hombres blancos de los negocios le propusieron llevarme a mí a España a prueba. Jugaría unos cuantos partidos, y si les gustaba comenzaríamos a hablar de dinero. De momento, todos los viajes estarían cubiertos.
Sí. ¡¡ Oui !! Exclamó en seguida mi padre y con las mejores intenciones. Y los hombres blancos sonrieron satisfechos y un tanto confiados. Parecían conocer su aceptación solo con fijarse en el brillo de los ojos de papá. Eran de color dinero.
Antes de traerme a Europa, quisieron asegurarse haciéndome jugar un partidillo en Camerún y en un campo de hierba contra otros más que ilusionados rivales míos.
A mí no me amedrentó la responsabilidad. Pensé en Samuel, mi ídolo. Me puse un cromo de él dentro de las medias para que no se viera. Y allá que me lancé sin complejos al campo verde. Di un recital, me salía todo, hice caños y virguerías, corrí como un antílope, marqué cuatro goles, ganamos, y en el minuto noventa yo no notaba el menor de los cansancios. Les convencí plenamente. Me sentí enorme.
Ya en España, la santa realidad me arañó. Tuve nostalgia de los míos, de mi lar, de mis olores, y yo sabía que no sería nada fácil adaptarme a otra cosa tan diferente. Y mis rivales blancos jugaban sin presión, y tenían una técnica depurada, y sabían jugar en equipo, y yo no tuve buenas actuaciones, y el entrenador me acabó sentando en el banquillo.
Fue, mi tumba. El banquillo. Yo, ¿en el banquillo? ... Y lo malo es que pasaban las semanas y no me sacaban. Yo decidí ponerlo todo y entrenar a mil, pero siempre veía en los blancos caras de desconfianza y de incredulidad.
De vuelta al Camerún, mi padre me dijo que no le mareara más. Que yo le había defraudado, y que no me tiraba de la casa porque tenía sentimientos y porque mamá se lo había pedido casi de rodillas. Pero el castigo sería que nunca pisaría jamás un colegio, y que en seguida zarparía con él para ayudarle en los duras labores de su pescadora labor de supervivencia cotidiana.
Y, ¿mis sueños?, ¿ya?, ¿todo habría terminado? ¡No lo iba a aceptar así como así! Porque yo merecía soñar en fútbol, en estadios llenos, en el Milán y en el Real Madrid. ¡En todo! ...
De modo que me fui de casa. Me escapé. Y esta vez mis padres no me perdonaron la ocurrencia. Pasaron de mí, y ni se digaron en buscarme. Casi que lo agradecí, aunque siempre me duele todo por mi madre que me advirtió.
Estoy cerca de la valla fronteriza en donde hay cuchillas. No lo he podido conseguir. Llevo tres años intentándolo. Quizás la libertad sea mucho más difícil que el caramelo del fútbol para lograr mis sueños. Es igual.
-PORQUE SIGO TENIENDO TODOS LOS SUEÑOS-

1 comentarios:

llevo años sin saber de ti . espero que estés bien.un cordial saludo. mati





bien un saludo

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