domingo, 11 de mayo de 2014

- LAS COSAS DE CARLOS: ¡LA MUJER BARBUDA! ... -



Y mira que le dije a mi Lourdes que eso del Festival de Eurovisión estaba ya más rancio que los pantalones de campana. Pero casi que me obligó a sentarme sin rechistar a su pillo y enamorado regazo, y hasta me puso dos bolsas de papas y unas olivillas para acompañar. ¡Ah, y un poco de finito de la tierra! ...
Cara de anticipación y de apriorismo que tenía yo. De perro pachón, vamos. Porque ya se sabe que eso del relleno de la Eurovisión tiene todo menos cordura y realidad. Quieren ser tan vanguardistas y megachupis, que son capaces de rizar los rizos más imposibles. La cuestión es intentar ganar con todas las mejores armas y atléticas que se tienen, y a ver si en la votación te ganas algún point y al final te llevas el fugaz sorpresón. Que la música, mi Lourdes, es otra cosa totalmente diferente, y que ha de mandar la sangre y el sentimiento. Más mi Lourdes se puso cabezota y me decía que estaba muy bien y que me distraería mazo. Y que comiera papas y cerrara el pico. Esta vez mi Lourdes no tenía razón.
Eurovisión había sido muchas cosas. Muchos globos de colores, efectos especiales, saltinbanquis en acción, chavalas con voz de pito, los recuerdos de ABBA, y los mostachos y el peluquín de José María Íñigo. Sí. Eurovisión, era como una caducada moneda de Franco trufada por azafatas cañonas y gafotas del 1,2,3 responda otra vez ...
Y más colores fluorescentes con energías renovadas, y el protozoo musical de nuestra racional leona Massiel, y esas voces fantásticas de Mocedades, y hasta una cosa rara de aquí e impostada que se llamó Rodolfo Chiquilicuatre. Bobás ...
Una especie de campeonato europeo a ver quién hacía más el frikie o daba más la nota hortera. Unas canciones del norte y en inglés, que no tenían ni chicha ni limoná, una entrada del ejercicio de la primavera a los países del frío, y una oportunidad para la nostalgia que ya no vale mucho.
¿Qué no habré visto yo ya de Eurovisión? Prácticamente, todo. Sí. Porque faltaba por ver el ejercicio de 2014. Se puede ser más loco e inesperado. Eso lo tengo más que comprobadito. Porque, que iba a ganar Austria podía ser. Hasta España que casi nunca gana, podía hacerlo. Qué lejos quedaban los tiempos de Rosa de España, la chica gordita y pura, la cual de tanto darle a las cuerdas vocales se pasó de rosca pero que emocionó a tantas y tantas gentes llanas del pueblito, general y hasta sensiblero.
Mi Lourdes sabe ahora que doy datos y de que anda la pobre pelín avergonzadilla de otros. Porque lo último que le faltaba a este sarao era que ganase alguien que se dice Conchita y que se hace llamar "La mujer barbuda". ¡Reconócelo, Lourdes! ...
No puede ganar la mujer barbuda un acontecimiento musical y mediático de carácter continental. Ni en los circos o atracciones de niños ha de estar la mujer barbuda. Ni Conchita, ni unisex, ni heterodoxia, ni gaitas. La mujer barbuda no ha de estar para el canto ni incluso para hacer susto o gracieta a los más chicos. ¡Nada! ...
Mi Lourdes sabe que la mujer barbuda que ha ganado, no nos hace mejores ni más grandes. Que, la mujer barbuda nunca ha de existir. La mujer es un don maravilloso y sin pelo, fresca y eterna, una magia de la Naturaleza con mayúsculas y realidad.
¡Venga, Lourdes! Dame un beso en los morritos y deja esa cara de pochi, que lo importante es el amor. Y eso no lo rompe ni la mujer barbuda, ni Conchita, ni la Elsa Pataki.
-ANDA, ¡QUÉ LAPSUS! -

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