Especialista y erudito del ciclismo y del atletismo, el periodista de "El País" Carlos Arribas, atrae por su originalidad y pasión barroca y siempre creativa desde la que narra ilustrando las proezas o los sucederes, convirtiéndolos a su manera en focos épicos que descubren unos universos descarnados y psicológicos, poéticos y realistas.
La pluma deportiva de Arribas te hace acudir a la magia de su hechizo y darte cuenta de que escribir el deporte también puede ser una creación que huya de la modernidad de lo inmediato al uso y que horade en el cebo de temas aparentemente menos trascendentes. Es un escribir que hurga y se mueve desde el factor humano para mostrarnos a su manera y a su estilo el atractivo literario que te atrapa y crea expectación.
Carlos Arribas, desmenuza. Se detiene en los deportes del fondo y de la elaboración mediática, y nos quiere decir que tras cada secuencia muscular o gestual en los atletas hay una última explicación que puede pasar inadvertida si no hace que te fijes más a través de sus crónicas.
Introducirse en el universo deportivo de Arribas, es excitante y muscular, cerebral y humilde, ruidoso y a la vez sereno y de pueblo. De carne y de antimito; de contador de enormes logros que narrados por él te hacen ver que la literatura del deporte ha de ser actual, adaptada, fiera y arriesgadamente libre con un plus de necesario barroquismo y hasta de intriga en principio desvelada.
Sí. Arribas nos dice sin decirlo que la literatura deportiva y pasional, sigue pudiendo ser más que vigente. No se debe ser frío ni robot contando un gran esfuerzo deportivo, sino rigurosamente caliente sintiendo empatía hacia el universo del atleta. Amar con audacia y sin miramientos precisos al gladiador, siempre rodeado por colosos que buscan tirarlo a la lona y con un estrépito que parece inevitable.
Por eso me gusta leer a Arribas. Porque sé que no solo voy a leer datos o referencias esperadas, sino porque va a haber en sus escritos una especial realidad.
Para poder entender a Carlos Arribas hay que oler a deporte de campo y a sudor. Haber sufrido y sentido las aspiraciones que llevan a los grandes héroes modernos del deporte. Haber sudado, haberse mojado hasta las trancas por culpa de una fatídica borrasca, o haber podido respirar reoxígeno tras un gran pajarón pongamos que camino del dios Tourmalet.
O notar que Usain Bolt es casi imposible, porque correr como lo hace el mito jamaicano es no creer sin ver cómo es capaz de mover su cuerpo con esa chispa que parece un truco de los dibujos animados. Hacerte ver lo que escribe.
Carlos Arribas nos dice desde el esfuerzo largo del suelo, que el deportista merece el respeto y la admiración, la consideración y la comprensión, la crítica, y el elogio a despertar en consenso hacia quienes le leen. Le leemos.
Os invito a que sigáis sus crónicas. Si así lo hacéis, demostraréis que el deporte no solo os gusta para ganar o para regodearos en la felicidad de lo que vuestros deseos os dictan. Si leéis a Arribas, viviréis un sentido del deporte que mezcla la aventura con la ilusión y los sueños, pero que dichos anhelos tienen unos demonios de límites y hasta de vicisitudes e incertidumbre.
Así le leo, así le cuento, así le destaco. Es una de las referencias deportivas del evento denso y lleno de matices. Un escribir para forofos del esfuerzo y de la vivencia sufrida en la sangre de una pasión real y de atracción.
¡CHAPEAU!
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