lunes, 17 de mayo de 2010

- ¿TU MAMÁ SE MUERE? -

Sí. Me lo dices,norteña amiga. Me dices afligida y serena a un tiempo, que el médico os ha dicho que quizás sea cosa de horas y de días. Y confiesas que es duro. ¿Cómo no ha de ser duro el que se muera la madre que nos ha traído a este mundo y que nos ha dado todo el cariño? Pero,verás,amiga. Me lo has dicho con serenidad. Con dolor, pero confesándome que ella es consciente, está consciente, y que sabe que se muere. Habitualmente, las madres de los cincuentones,-casi como somos nosotros-, suelen ser creyentes en Dios. Y eso les sirve de consuelo y reconforta su espíritu. Ya lo sabes. Pero, las gentes del campo y de lo rural como la tuya, amiga... Esas madres como la tuya que han visto tanto la vida como la muerte, y que han estado en la aldea y en el campo todo el tiempo , cuentan con una peculiar filosofía de vida que ya quisiéramos muchos de la capital. Sí. Tu madre ha nacido en la Naturaleza dura, hermosísima y maravillosamente salvaje, y tiene esa intuición sabia que la permite saber con casi más rigor que el médico cuándo se va a morir,¿sabes?... Sí, amiga. Lo sabe. Sabe más incluso que tú. Porque sus pies fuertes y astures, pisaron siempre la vida de la realidad. Y esa mujer ha visto vacas nacer y fenecer, y cuándo los árboles florecen y cuándo deben ser talados, y cuándo la tierra o el terruño es fértil y cuándo no vale un duro. Sí, amiga astur. Tu madre sabe lo mismo que la vida. Y que es natural que llegue su final. A tu madre no le gusta estar entubada, ni en hospitales, ni ser cuidada por manos que no sean de ti y de los tuyos. Lo que tu madre quiere, es ser natural hasta en la muerte. Y sabe que sus ahogos son lógicos para su edad, y sabe que tú la querrás siempre, y que tu recuerdo siempre será gratitud y agradecimiento hacia ella. ¿Y tú, amiga?...,¿darte ánimos? Por supuesto, flor de la zona de Navia. Darte el calor de mi Mediterráneo que yo te lanzo desde mi magia altruísta, sonrisa de ratita encantadora. Ponte de luto cuando tenga que ser, y honra sus exequias con esa solemnidad, obligación, naturalidad y sobriedad, propios de la zona que os dió la vida. Porque tu madre siempre te verá aunque tú ya no la veas, te protegerá con su magia aunque tú ya no la necesites, y porque el ejemplo del ejercicio pleno de su vivir te ha llegado hace mucho y mucho tiempo. Por eso te ha quedado esa sonrisa de ratita madura y eterna. - ¡ELLA VIVIÓ MUCHO! -

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