Inga y José Alberto caminan juntos en la tarde de la Primavera. Apetece estirar las piernas y disfrutar de la bonanza climatológica. Quien les viese, podría pensar que hacen buena pareja. Que son pareja. Novios... Los pasos de Inga y de José Alberto se detienen junto a un parque que suelen frecuentar las parejas. JOSÉ ALBERTO: ¿Nos sentamos,Inga?... INGA: ¿En uno de los banquitos?... J.ALBERTO: No será en el suelo,mujer... INGA: Eso no es manera de hablarme, José Alberto... J.ALBERTO: Era broma,mujer. Ja,ja,ja... INGA: Eres incorregible, José Alberto. Sentémonos en ese banco... Se sientan, y hay silencio entre los dos. Paz, complicidad, y mucho más que una amistad especial. José Alberto parece decidido a poner las cartas boca arriba. Mira intensamente a los ojos de Inga, y le habla con franqueza y claridad. JOSÉ ALBERTO: ¿Sabes,Inga?... INGA: Dime,José Alberto... J.ALBERTO: Pues, que tú y yo... INGA: ¿Sí, José Alberto?... J.ALBERTO: Pues que está bien claro, Inga... INGA: ¿El qué?... J.ALBERTO: No sé,Inga. Que estamos aquí a gusto y juntos. Que sabes que es natural y que eres una chica especial para mi y... INGA: ¿Soy especial para ti,José Alberto? J.ALBERTO: Es evidente,Inga. Ven. Dame un beso,¿quieres? INGA: No. Pero las cosas inevitables son las que son. El silencio parece que puede con todo. Se toman de las manos. Inga le mira con un cierto rubor. Le da un poco de miedo todo esto. Pero, a la vez, es evidente que se siente fuertemente atraída por José Alberto. El hombre es audaz. Coge la cabeza de Inga y la atrae hacia sí. Inga parece poner iniciales resistencias. Pero finalmente sus miradas acaban atrapadas como un imán. Es su primer beso. Un beso como siempre, inolvidable. Tierno, deseoso, deseado, sincero, romántico, primerizo y hasta necesario. Y tras el primer beso, José Alberto parece que quiere muchos más. Pero Inga está a su vez aturdida e intensa. Desea aclarar sus sentimientos, no ser una chica fácil, y aparecer ante José Alberto como totalmente decente. INGA: Ya vale, José Alberto... J.ALBERTO: ¿Ya te he dicho que te quiero,Inga? INGA: No. J.ALBERTO: Déjame besarte mucho más, cielo... INGA: No. Je,je,je. Romanticón... J.ALBERTO: ¿Es que tú no sientes lo mismo que yo, Inga? INGA: Sí,José Alberto. Pero esto es nuevo para mi y deberías entenderlo. No me agobies,¿vale? J.ALBERTO: Te quiero más que a un partido de fútbol, je,je,je... INGA: Ja,ja,ja,ja, ¡cabrito!... Eso es amor. Ya puede pensar Inga lo que quiera y lo que le dé la gana. Inga está enamorada hasta las cachas. José Alberto lo sabe. El primer beso ha sido tan mágico... La comunicación a través de los labios ha demostrado que cuando el azaroso amor ataca, de nada vale resistirse. ¡Oh,el santo amor! Siempre inevitable. Cuando al día siguiente Inga decide madrugar y se llega bien pronto a la Agencia de modelos en la que trabaja,la espera una sorpresa. La mujer entra en el recinto con sus propias llaves a través de un duplicado que le ha hecho Daniel, y se encuentra una sorpresa inesperada. En el interior de su despacho donde ella todos los días ve y estudia los trapitos,las tallas y demás, hay algo inesperado: un hombre y una mujer totalmente sin ropa, están haciendo el amor de forma apasionada entre grandes gemidos y alardes de gratificación. ¡Se trata de Vanessa y de Pierre, el joven admirador de Inga, caribeño y moreno!... Enfrascado en el placer, no la ven inicialmente, hasta que al final es Vanessa la primera en percatarse de la persona de Inga. VANESSA: ¡Oh,Dios!... PIERRE: ¡Sigue, Vanessa, no te pares ahora!... VANESSA: ¡Inga! ¡No es lo que parece! Perdona... PIERRE: ¡Dios, señorita Inga! ¡Ya me voy! Adiós... Inga les mira estupefactos y sin saber muy bien qué decir. Hay que reconocer que el espectacular cuerpo de la petarda de Vanessa, contrasta desde su piel lechosa, con la impresionante morenez musculada y atlética de Pierre. ¡Qué hombre tan bien dotado!... Quince minutos más tarde, Vanessa llama al móvil de Inga. VANESSA: Te aseguro que no soy una guarra,Inga. Fue un tremendo calentón y no lo pude evitar. Y ese hombre está tan bueno, Inga... INGA: ¿Y era preciso que os pusieráis a sudar como dos cerdos precisamente en mi despacho, Vanessa?... VANESSA: Te prometo que no volverá a suceder, Inga. INGA: ¡Así lo espero o se lo diré a Daniel! ... VANESSA: Te pido perdón, y te ruego igualmente que no se lo digas, Inga, ¿vale? INGA: Por esta vez,pase, Vanessa... - Fin del Capítulo 8. -
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