sábado, 24 de diciembre de 2022

- EL MENDIGO EDDON. -



Sentado a las puertas de una gran superficie comercial, se encontraba un tal Eddon, un hombre todavía joven. A su lado, muy cerca, había un cartón blanco en el que podía leerse:

"Soy Eddon. Gracias por su ayuda."...

Escueto. Nada de, "estoy en paro", o "tengo hambre", o "debo dar de comer a mis hijos", o "estoy enfermo", o "no tengo dinero", o " me han echado de mi casa", o "soy alcohólico y necesito ayuda", etc, etc... ¡No! Nada de lo anterior. En el anuncio de su cartón blanco, solo había un nombre y un agradecimiento.

Tenía el hombre a su lado, unas ropas demasiado ligeras para el clima de la ciudad, unas mantas ordenadas, y un pequeño perrito silencioso. Nada más.

Pero es mejor describir el físico del tal Eddon. Blanco, afeitado, cerca de un metro y noventa centímetros de estatura, fino, elegante, silencioso, y con una sonrisa educada en los labios. Mirada penetrante y actitud positiva. Parecía un gladiador o un boxeador lozano y en apogeo, al que un mamporrazo súbito le hubiera derribado. Se cuenta, que nunca se ha visto en la escocesa Glasgow, a un mendigo más bello.

A pesar de su posición indigna petitoria, el tal Eddon no podía pasar desapercibido para nadie. Aunque los mendigos asumidos socialmente cual mobiliario urbano no concitan la menor de las atenciones, el caso de este varón bellísimo era el vivo ejemplo que confirma dicha regla de desprecio hacia los desheredados que sobreviven.

Cada sonrisa de Eddon,-que dejaba ver unos dientes blancos y brillantes-, generaba una suerte de imán de compasión y generosidad. Y la gente le echaba monedas y más monedas. Y hasta le daban en mano billetes. Algo totalmente insólito en los tiempos que corren.

Eddon tomaba la onerosa limosna, con elegancia y sumo respeto. Con quietud. Las mujeres jóvenes de cualquier edad, le miraban disimuladamente sin dejar de caminar hacia la caza de sus navideños regalos. Y de vez en cuando, se escuchaba una pregunta, que se hacían las unas a las otras con cierta incredulidad. Y también algunos hombres sin verbalizarlo:

- "Oye, ¿habéis visto a ese hombre que pide en las puerta? ..."

Eddon, al ver su canasto petitorio repleto de libras esterlinas, actuaba con naturalidad, y lo vaciaba en el interior de unas sacas modestas que se veían al lado de sus modestas mantas ordenadas y de su chucho "Orly". El can era un animal de pequeña estatura, blanco, y que mantenía una gran falta de movimientos. Como si estuviera exquisitamente educado.

Y Eddon continuaba mostrando su cartón blanco, y le seguían lloviendo libras. El día estaba muy cerrado, y amenazaba lluvia. El frío era intenso. Mas la sonrisa de Eddon era más atractiva y cálida que una playa caribeña de postal.

Tras llenar casi todas sus sacas, y darse cuenta de que no podría con el peso del dinero, el hombre se levantó y se alejó lentamente de aquel lugar.

Hacia, ¿dónde?... Se desconocerá. Porque unos policías vestidos de paisano, se le echaron encima para capturarle. Y a continuación, dos coches policiales reforzaron la seguridad y acabó el incidente.

El teniente McLennon, se muestra ante las cámaras de la televisión con gesto serio:

- "Hemos capturado a un enfermo mental profundo, y experto en fugas. Había escapado de un penal, y llevábamos un tiempo pisándole los talones y vigilando sus movimientos. Investigaremos la causa por la que este ladrón trastornado, se ha reído de la generosidad de las buenas y caritativas gentes de Glasgow. Pedimos a tod@s, nuestras más sinceras disculpas por lo sucedido. ¡No volverá a ocurrir! Porque si se repite, presentaré mi inmediata dimisión. Gracias, y Felices Fiestas a tod@s ..."

"¿Enfermo mental profundo?", "¿no podía haber dimitido ya el teniente McLennon y no tener que esperar al siguiente error?" ...

Hubo disenso entre las opiniones. La fechoría de Eddon, ¿solo se explicaba a través de su presunta locura? Su elegancia y gran belleza, ¿provenían de una terrible cárcel, o acaso de una educación exquisita y un cómodo lugar? ¿Tendría novia?, ¿de donde habría sacado aquel perro silencioso?, ¿tan escurridizo era Eddon con ese físico absolutamente inolvidable? Y por tanto, toda la mayoritaria negativa femenina y alguna masculina ante las palabras de la autoridad se hicieron patentes. 

-"NOSOTRAS NO CREEMOS A McLENNON"-
 

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