domingo, 22 de junio de 2014

- LO DE MENOS ES EL REGALO -



Ilusión. El escrito de hoy podría sintetizarse a través de la palabra antes escrita. Porque cuando esta tarde me he ido a esa ya emblemática y  comercial Plaza de Nuevo Centro valenciano, notaba otras cosas. Distintas a otras veces.
Aunque el termómetro rondaba los treinta grados, a mí me daba mucho más igual que otras veces. Y las rodillas me dolían menos, y había decisión, y las distancias eran más cortas, y el objetivo realmente claro e ilusionado. Quería hacerla un regalito a élla.
Sí. Es una ilusión que se ha gestado en mi vida hará escasos meses, la aprecio mucho, élla lo sabe, y cuando está el afecto todo se tiende a modificar. Me siento crecido y bien, más seguro de mí mismo, con cosas que ofrecer, y con momentos que a veces no se pueden transferir a través de las letras de un relato. Sencillamente, se vive. Nace algo bonito que sabes que está ahí, y que hay que trabajar, y cuidar, asimilar, rehuír los temores y lanzarse responsablemente a la aventura natural de la alegría. Con pies en el suelo y con ganas de agradar. Así de junto.
¿Qué le compro a mi amiga sueño? Lo primero que he pensado es que soy un tacaño porque lo que he adquirido es baratote, y lo segundo que también he pensado es que seguro que no le gusta y que me dirá que sí para quedar bien, pero que nones ... ¡Seguro! ...
No. No estoy seguro de nada. Ni idea de qué comprarla. No tiene precio este deseo de presente y de agradar. El precio es la ilusión. Sé que ella sabrá apreciar mis nervios y mi desorientación, y que se reirá de mi ocurrencia, y que se lo pasará bien por esto que más que un regalo es una, itero, ocurrencia ...
Tenía que hacerlo. ¡Xe, un detallet! Un detallito. Una cosa que aparentemente era una anécdota y una menoridad. De modo que mis ilusionados nervios se han relajado al llegar a casa. Había cien mil millones de cosas diferentes para comprar. Pero, ¿qué hacer?, ¿por dónde se empieza? ...
Sonreír y sonreírme. Dejar sacar el reto de mi presente y de mi futuro. Dejarme ir, y desorientarme, y subir como un bobo las diferentes plantas de la gran superficie comercial.
Buscaba. Yo buscaba cosas. Un caudal de cosas me atrapaba, y como no tengo costumbre de comprar o adquirir presentes, todo me parecía factible. Todo estaba bien, y daba igual que fuera la tarde, o la mañana, o la madrugada, o el sur,  el este, o el oeste, o los indios sioux, o el pensamiento inmediato más extravagante y siempre irreal. Porque daba bastante igual hasta lo irreal y fantástico.
He visto unos stands de una feria esotérica que todos los años ponen dos semanas antes de los ritos paganos y mágicos de San Juan, que están llenos de videntes y cartomantes.
Pero este año no iba a preguntar nada acerca de mi ilusión. ¿Preguntar? Preguntar serían mis dudas, y mis miedos, y mis inseguridades, y que otros me dijeran lo que ya puede estar perfectamente dentro de mí, y lo que será mi iniciativa y mi impulso de persona que crece imparable y como tiene que ser.
Mareado estaba cuando he salido de la gran superficie comercial. Estaba tan alegremente nervioso, que de repente he parado y he mirado a ver en dónde se hallaba la puerta. Estaba exactamente al lado contrario. En donde no hay que estar para salir. En medio del error feliz. Y en ese momento no me he sentido contrariado, sino que me ha acompañado el suave arrope de una sonrisa cómplice.
-PENSABA EXACTAMENTE EN TÍ-

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