Dicen que a veces se ríe por no llorar. O, que a veces uno canta para espantar el dolor y respirar nuevamente.
En este tremendo drama, hay mucho humor. Unos diálogos a la andaluza, chispeantes y reales, humanos y exagerados, prácticos y naturales, aceptadores y desgarradores, y al mismo tiempo rompedores y que apuestan por la vida y la supervivencia.
La calidad de vida y la dignidad. "Carmina", el personaje que desarrolla Carmina Barrios, está moribunda de cáncer pero con una actitud de fuerza natural y desesperada. Siempre inquietante y activa.
Paco León, el director, estira las cosas. Hace soñar con romper los tabúes, y se embarca en unas ideas y ocurrencias que estremecen y a la vez te sobrecogen.
"Carmina", enferma, sabe que ya no va a poder cuidar a su marido y le precipita las cosas para que se vaya y descanse de una vez. A su hija le pone el dinero para que monte su peluquería que ahora se llama Centro de Estética, y le da la paz económica que precisa. Puto y necesario parné.
Existe la gente con desesperación que no va a aguardar una caridad o un limosneo. Se suicidan sus esperanzas y sus sueños porque hay que llevar el orgullo intacto de la cabeza alta. Nada de pedir en exceso.
En su Andalucía del alma, en "Carmina", siempre estará el respeto por las liturgias y por los ancestros. Y también las nuevas tendencias que trata de amparar la modernidad que vende.
Hay entierro y lágrimas, y la tradición, y la reunión en el dolor, y todo lo que es cañí y eterno.
Pero esa costumbre se alarga hacia el tiempo de hoy en donde está carente la ética de los sentimientos y en donde predomina el trueque social del dinero con reglas macabras y veloces.
Aquí hay deje andaluz, pero también móviles, el Skype, y críticas a la actualidad, y personajes que parecen sacados auténticamente de la perra y fatalista verdad.
Hay magia al lado de los santos y las vírgenes tradicionales, erotismo, jamoncito, niños que comen lentejas, vecinos nada de fiar, y hasta lesbianismo que se mete por el Reiki para llenar un deseo y un llanto necesario e imparable. La energía quasi mágica que dribla males.
El personaje que encarna la deliciosa Yolanda Ramos, es potente, atractivo, con taconazos y sin tabúes, fuma porros, y muestra sensualidad y carne, otras opciones y siempre el placer. Lesbos y salero.
La vida es placer o bien poco más. El gustito debe intercalarse entre el valle de lágrimas porque si no te entra el bajón y la desesperanza. La barra del tabú debe dejar paso a nuevos escenarios abiertos sin titubeos.
La última voluntad de la protagonista,-sensacional Carmina Barrios-, su último de Filipinas, o su anhelo postrero, es regatear a la muerte teniendo una aventura final con un fornido y joven moreno. Toda una metáfora del deseo final. Hay que vivir y que te pasen cosas con sal. Porque al final del cuento el dolor deja paso al olvido, a la ignorancia y a la indiferencia.
Y el tiempo nuevo sigue y se lo come todo. Y el que venga detrás, que se prepare para hacer cola. Las reglas son las reglas.
-DISTRAÍDA PELI-
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