En el silencio casi impresionante y de reflexión de la Selección Española de Vicente del Bosque tras el tremendo waterloo 1-5 ante su subcampeona Holanda, los agoreros y los decepcionados buscan hachas y culpables. Su malestar, es comprensible. No se esperaba el descomunal desmorone de la segunda parte que fue el infierno y la tristeza. Los pesimistas andan ahora excitados. Buscan chivos y con toda la ansiedad.
Si la primera parte fue tímida y normal, esperable, lo que sucedió en la segunda parte más visible fueron los castañazos a goles adversos, la defensa hilarante, o las dudas de Casillas. El pesado músculo y la nula velocidad. España no fue ni su sombra y nunca olió a nada destacable. Solo algún atisbo de individualidad y la carga necesaria del prestigio. Solo eso.
Nada se ha perdido si se logra recuperar la brújula y la manija de la convicción. Porque lo que en mi opinión pasó realmente ayer en Salvador de Bahía fue la ausencia de la identidad y del sosiego que les confiere Vicente del Bosque a esos maravillosos locos bajitos. Nos faltó orden y concentración.
Porque nuestros éxitos siempre han estado basados en una idea clara y en un orden prefijado. Y ayer, y especialmente en la segunda parte, nuestro fútbol y disposición fue la algarabía de unos pollos sin cabeza.
No creo tanto en las cansancios ni en la merma de lo muscular. No somos unos viejos que deambulamos de la casa al hogar del jubilado. Somos muchísimo más. Enormemente más. Grandiosamente, mucho más.
No es tanto tema de nuevos jugadores o de remozadas energías, sino de volver a recuperar con claridad la potencia de la concentración. Ayer se distrajo infantilmente hasta el defensa más en forma del mundo como es Sergio Ramos. Demasiado inaceptable.
Hay que tirar de humildad y levantar la cara desde los pies en el césped. Nuestro único rival somos nosotros. La frescura física de la Holanda de Van Gaal fue oportunista y efectiva. Pero no hay que hacer hipérboles fatalistas.
Vicente del Bosque es calmo, ordenado y sereno. No tiene aspavientos y no gusta de las cosas apresuradas. Ahora Chile y Australia serán los tests que nos pueden devolvernos a nosotros mismos. El tema es estratégico y mental, de salir de un palazo, de remontar, de pararse y de hacer una piña. De no pensar demasiado, y de seguir. De darle una nueva oportunidad a esa camiseta que debe llevar la potencia y la dignidad de un enorme equipo campeón.
A nadie se le ha olvidado jugar al fútbol. Lo que pasa es que hay que recuperar la posición en el terreno, y desde la recuperación ordenada de los espacios hacer el fútbol que sabemos hacer.
Porque la cuestión no es solo la tenencia del balón, sino la capacidad de dejar a los rivales capados y sin opciones. Anular y presionar, sudar y correr, continuar, y hacer orgullo de una camiseta que sabe hacernos felices, jogo bonito, tiki-taka y lo que haga falta.
No debería más partirse el equipo en dos. Al revés. Juntos, sí podemos. Con ayudas, sin demasiados errores, recuperando la lógica y el arrope, siendo de nuevo un equipo de cracks en donde no destaque nadie por encima seguimos teniendo todos las opciones. En otras palabras, que España debe levantarse convencida de que el marathón es extremadamente largo.
-DEPENDE DE LA ACTITUD DE TODOS-
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