La tradicional fumata blanca, pareció sorprender a todos los más argumentados pronósticos. Benedicto XVI no iba a tener sucesor en cardenales anunciados italianos, estadounidenses o brasileños.
Porque el nuevo Vicario de Cristo en la Tierra, no es otro que el argentino ex Arzobispo de Buenos Aires y de origen italiano, Jorge Mario Bergoglio, de la rama jesuíta y veterano ya, dado que tiene 76 años. Se llamará, ¡Francisco!
Roma, reacciona y hace una apuesta exterior. Renueva. Es mejor un Papa inesperado que uno previsible. Ahí la curia ha sido hábil. Quizás se me antoja excesiva la edad del nuevo Santo Padre del Catolicismo. Es posible que el Vaticano haya deseado desde esta idea, hacer un amago de cara al futuro. Apostar por un veterano con oficio y seguridad.
La otra dimensión o noticia más relevante, más allá de imperio del fasto y de la espectacular tradición de elección vaticana, es la positiva sorpresa que para América y Argentina suponen esta histórica elección. Nunca antes fue Papa nadie nacido en América. Ya tocaba.
Europa no parece buena idea para el contraataque o la expansión. Europa está condicionada por la modernidad y otros valores consumistas. La Iglesia necesita conquistas y espacios novedosos. Otros ritmos, senderos y acentos. La idea de Ratzinger no fue un acierto. El ansia de la mayor ilusión, está en el viaje y en la dinámica vital. El culto se gana con la cercanía.
Dicen que el nuevo Papa se llama Francisco como un guiño al austero San Francisco de Asís. No lo sé. Lo que sí se sabe es que Jorge Mario Bertoglio es jesuíta y llegó a Argentina por la emigración de su familia desde Italia. Allí y en el apellido está su origen. Y, se le ve. Tiene porte de jesuíta clásico y audaz. Orgullo, inteligencia, y astucia en la mirada. El jesuitismo europeo, ha sido un gran motor de emigración y nuevas. Ante el avance del evangelismo en América, un jesuíta de habla hispana podría recortar bastantes diferencias. Que, éste, parece que es el gran objetivo y sentido de su elección vaticana. Este casi desconocido para muchos, ya andaba cerca del anterior Pontífice cuando fue elegido, pero aún así todavía no podemos saber muy bien quién es y qué pretende hacer de nuevo para su Iglesia romana. El tiempo le irá situando y ubicando.
Argentina. Un país europeo y moderno, grande y fuerte en el Hemisferio Sur. De habla hispana. Uno de los idiomas que más se hablan en el mundo. Roma se va a hacer las Américas. Quiere estar allí. Como tantos jesuítas vascos y de tantos lugares, que por allí están y se nota que están. Con la astucia y autoridad que parece querer el pueblo menos acomodado, aunque tienen fama de distantes.
Sí. Argentina ya no solo tiene mitos en la política o en el deporte. Es un país con muchísimos y mayoritarios católicos, que admira a Perón, y a los grandes mitos de su deporte. Ahora tiene a un nuevo rey.
El Papa de Argentina sucede al citado Perón, y a Evita, y a Maradona, y a Fangio, Messi, o a los grandes escritores como Sábato o Borges. Ahora Argentina tendrá más presencia activa y emocional en el mundo, y las banderas albiazules no solo se levantarán al paso de la selección o del yantar de los asados, o exportarán gambeteo desde las piernas bellas de las bailarinas del tango eterno de Gardel.
Argentina se sumará a la idea romana de estrategia y de presencia, y mostrará a los cuatro vientos a su Papa Francisco. Y se sentirá acompañada por una nueva figura que representará valores y ética, y que hará masas y congregará comentarios y pasión devota.
Argentina moverá a Uruguay o Chile, y hasta Brazil, Méjico o España. Francisco sacará el idioma de Cervantes por el Papamóvil y por todo el mundo, e intentará dar el empujón casi desesperado que los 2013 años de su Iglesia pueden necesitar.
-ARGENTINA, ROMA, EUROPA Y LA FE-
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