En Valencia he nacido, he vivido siempre aquí, y quiero terminar mis días en esta suave ciudad mediterránea de música y de luz. Mas, os confieso, que a pesar de que he mamado toda esta fiesta desde bien pequeño, sigue siendo para mí una sorpresa. ¡Increíble! ...
Debo escribir estas líneas para poderme concentrar, bunkerizado en una habitación interior. Al fondo, cual una guerra de fiesta, solo se oye el ruído de la pólvora. Ahora, están celebrando que empiezan en seguida las fiestas falleras. La noche no existe en su quietud y en su silencio. La gente, se ha transformado. Han bajado a las calles, ya libres de coches, y han revolucionado todas las cosas y los hábitos. ¡Pasen, señores, pasen! ¡Empieza la gran locura! ...
El ágora reconquistada por unos días, y el casi todo vale, se confunden con la incipiente primavera de caos, falleros y costumbristas. Valencia es otra cosa, un carnaval inmenso, una mascletá amateur incesante, y una perfecta excusa para imaginar que podemos ser los tipos más locos y felices del mundo. ¡Adelante, conquisten la Valencia excitada! ...
Da igual todo. ¡¡Estamos en Fallas!! La Junta Central Fallera se encarga de regir los destinos festeros de la gran urbe transformada en ruído con sabor a ocurrente y pesado adolescente que le da por ahí.
Venga el petardo, más petardos, kilogramos de petardos, ruído, más ruído; las grandes tamborradas aragonesas o norteñas con sabor pirotécnico.
No se sabe muy bien qué es el orden en Fallas. Y, éso, que mi ciudad hace décadas que el Ayuntamiento está constituído por miembros del partido de derechas y de orden que gobierna mi país. Pero, Valencia, en sus fiestas mayores y josefinas, es otra historia. Que, ¿dices que te vas a dormir porque es de noche?, ¿es que tú estás loco?, ¿tú pretendes dormir en Valencia tranquilamente en una casa para descansar y estar como un toro al día siguiente? ¡Tú nunca has estado en Valencia en Fallas! ...
¡Oh, las Fallas! Me refiero a los monumentos falleros que se han plantado en el centro de todas las calles y barriadas. Cientos de fallas, grandes e infantiles. Monumentos de ingenio y de color. Estilo barroco y también algunas innovaciones. ¿Alguien creía que el hecho de que mi Valencia esté llena de parados iba a cambiar el rumbo de la gran traca fallera? ¡Ni se te ocurra pensar que sí! ...
A mal tiempo, buena cara. Así es, que no quiero protestes de nada. No. Tomátelo como una casi exótica experiencia. No te tomes nada en serio. Ha cambiado todo. Nada es lo cotidiano. Ahora toca fallas o fallas. Nada de empates a dudas o a balbuceos. Ahora toca salir a la calle y lucir palmito, hablar hasta caerse de culo, beber y comer, tomar buñuelos, fartóns, churros, horchata, paella y lo que te dé absolutamente la gana. ¡Si se te ocurre pensar en el final de la fiesta, te zurro! ...
Ríe. Ríe a la tontería y a las carcajadas, y que nadie te toque a la Patrona la Virgen de los Desamparados, o la liamos. Hay que estar ahí y defender la costumbre y el ancestro de Valencia. ¡Haberse ido ya! ¡Que no vuelvan los que no les guste ésto! ¿Y el poder del humor? ¡Todo lo puede! ...
Si eres extranjero y de habla distinta, lo más probable es que nunca entiendas nada y que te quedes alucinado y hasta te frotes los ojos con lo que ves. Pero, ¿es que no te gustan las emociones fuertes?, ¿es que no eres ser de peligro, riesgo y aventuras?, ¿es que te rindes, mamoncete?, ¿ein?, ¿ein? ...
Mira, che, déjate de milongas. A las Fallas no las para ni el Séptimo de caballería, ni la Merkel, ni el Bárcenas, y seguro que son bendecidas como debe ser por el nuevo Papa Francisco de Argentina. ¡Que nadie se rompa los cuernos pensando, che! Esto es así y no hay más que venir y que no te lo cuenten.
-SALVO QUE NO TE GUSTE-
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