Resulta bien difícil para mí, que aquí he nacido, contaros en el más que breve espacio de dos páginas a papel, qué es Valencia y cómo es. No obstante, me lanzaré al ruedo cual hipotético torero, y trataré de daros mis sinceros sentimientos a través de mí.
Valencia está de moda. Es la tercera capital en importancia de España, tras Madrid y Barcelona. Nosotros los valencianos, somos, como dice el famoso pasodoble que lleva idéntico título que la ciudad, gentes de flor, de luz y de amor. O, algo así.
Somos extraordinarios y hospitalarios, simpáticos, y se nos nota que somos urbanitas recién llegados de los campos de cultivo de la exhuberante y feraz tierra de fertilidad que se llama la Huerta. L´Horta.
Ha cambiado formalmente todo mucho. Ya no hablamos valenciano de modo habitual, porque la presión castellanista de Madrid, se llevó buena parte de nuestras señas de identidad. Es curioso escuchar a nuestra alcaldesa Rita Barberá afirmar que somos bilingües. Más de uno y de dos, estarán bien contentos de que se hayan perdido gran parte de nuestras raíces. "A río revuelto, ganancia de pescadores", dice un refrán.
Los valencianos somos creativos y originales, y nos encanta la fiesta y el ruído. No hace falta que os diga lo que son las bien populares Fallas. El mundo lo sabe, y los turistas toman en esos días de Marzo la gran urbe.
Últimamente, y aparte de los monumentales elementos de atractivo turístico como el Hemisfèric, el Oceanogàfic, o la Ciudad de las Artes y de las Ciencias, lo que realmente atrae a las gentes que vienen a visitarnos, es nuestra playa. Sí. La extensa playa de La Malvarrosa,-unido todo a un clima envidiable y con apenas lluvias-, se ha constituído en uno de los grandes cebos de atracción de mi Valencia. Madrileños, vascos, y de todos los lugares, vienen a desconectar de sus climas más severos y a recibir la caricia del sol en la piel incluso en la estrenada primavera del mes de Marzo. Se les puede ver ahora mismo por toda Valencia y cámara en ristre, aprovechando las vacaciones laborales de la Semana Santa. Están casi todos por aquí. Y también, naturalmente, en el resto de mi Comunidad Autónoma.
La gente de Valencia sigue siendo muy cariñosa, aunque se notan los impepinables efectos de la globalización. Nos hemos vuelto más nuestros y vamos más a la individual. Nos abrimos bastante menos que la generación anterior.
¿Lo que más me gusta a mí de mi ciudad? Lo tengo absolutamente claro. Me gustan menos los nuevos edificios para turistas, y me siguen enamorando las calles que rodean y abrazan al Mercado Central. El Centro Histórico. Hay lugares increíbles y típicos de aquí. Calles estrechas, las Torres de Quart, las de Serranos, el Miguelete, la Lonja, la calle del Trench, Barcelonina, Embajador Vich, la Plaza de la Virgen, la calle Caballeros, etcétera. No os perdáis todo eso. Ni la Plaza Redonda, ni el coqueto y más que bello Jardín Botánico de la calle de Quart.
Os sorprenderá seguro, y bien gratamente, la enorme extensión para la práctica del deporte, del paseo, o de lo que queráis, que es bajar al cauce seco del río Turia que ya no lleva agua y que atraviesa mi ciudad. Muchas gentes de otros lugares, ven el río seco y se quedan con la boca abierta. Ya quisieran poder gozar de tantos kilómetros libres de coches y de tráfico. A quien le gusta el deporte en mi ciudad, y a pesar del exceso de asfalto que hay ahí abajo, no tiene la menor excusa para mover el body.
Valencia, mi cuna. Es mi ciudad. La quiero mucho. Como a mi barriada, que está muy cerca de la Gran Via Fernando el Católico. Dicha arteria ajardinada, está llena de árboles de vida, y de recuerdos cercanos e imborrables. Como la Gran Vía del Marqués del Turia.
Es mejor que nos descubráis vosotr@s a nosotr@s. No puedo ser imparcial ni objetivo. Sigo hablando el valenciano, a pesar de las polémicas y de los filólogos interesados y menos interesados, pero reconozco que mi lengua vernácula está en desuso al igual que la especulación inmobiliaria ha herido de muerte a mi Huerta rica y única.
Valencia tiene mucha fuerza porque somos muy de verdad, muy emprendedores, de pensado y hecho, y tenemos un enorme sentido de la ironía y hasta del humor surrealista y desacostumbrado. Por eso tuvimos a genios como Luís García Berlanga, o Luís Sánchez Polak, "TIP". O la luz mágica del mítico pintor Sorolla, nuestra bandera eterna en la música que fue Nino Bravo, y tanta y tanta magia que queda descuidada y deslavazada en nosotros mismos.
Valencia no es el "Levante Feliz", como algunos creen en Madrid. No. Valencia tiene problemas, y es trabajo y fiesta, desorden y brillo, sorpresa y genialidad, labradores y nuevos ricos, forofos y puristas, y sobre todo luz del Mediterráneo.
- ¡VIXCA VALENCIA! -
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