sábado, 24 de septiembre de 2011

- SILENCIO SUCIO -



Es un silencio extraño. Proviene de un ser derrotado. Está encerrado en el interior   de  su cuarto. Negándose a sí mismo la realidad. Como conteniendo la respiración, por temor a  ser localizado o seguido. Sí. Mi hermano sigue evitando su propia realidad.
Es un silencio sucio, patológico, de inconsciencia, de vergüenza y de dejadez. Es el sueño raro, de alguien que finalmente decidió no crecer, y arrear por la calle de en medio de su inercia y miseria personal.
Pero, sigamos con su silencio. Lo peor que puede pasarle ahora al silencio de mi hermano, es que pueda anteponerse otro silencio mío, antagónico y estratégico. Su silencio, es apasionante desde un punto de vista psicoanalítico. Porque mi hermano prefiere escuchar mi voz en la lejanía, en la medida que es un hablar familiar, habitual y conocido. Mis palabras son para él como un irrelevante sonido de fondo, el cual le es indiferente y nada amenazador para su sueño cobardón de muerto en vida.
Qué sueño. Es un  sueño que en el fondo es antitético y estrepitoso. Es un sueño    autista,   dominante y autodestructivo, un silencio de dominio y de autoafirmación. Sí. Sueño y silencio. En el alma de mi hermano leso, el sueño y el silencio constituyen una dupla defensiva   de primera necesidad. De calado.
Esa situación inane, que se confunde con una prolongada y hasta eterna siesta,     es    su    escafandra  que  le permite asomarse y hasta introducirse en el fondo de fantasías que liberan el malestar que parece negar su encabritada y tenaz inconsciencia.
Y, de repente, mi silencio expectante, el cual substituye a mi charla quasi verborréica, que sorprende a mi único e ido hermano.
En ese momento, mi hermano parece necesitar salir a protestar desde su escondrijo. No parece que nadie tenga el menor de los derechos para decirle que reaccione, se cuide, y sea feliz. No. Mi silencio ha sido detectado por mi hermano. Aquello, le desagrada y desconcierta. ¿Qué estaré haciendo yo ahora?, ¿qué estará haciendo y hasta pensando mi madre en senectud? ...
Oh, hermano. Los demás también existimos. Existen. Son. Están. No forman parte de la vana imaginación de un loco. El mundo está, querido hermano. Y los sonidos, y la autenticidad, y la sinceridad, y la naturalidad, y también la piel al descubierto.
El silencio defensivo y cagón de mi hermano, no es limpio. Solo es impostura y sensación real de victimismo. No tiene más remedio que hablar y salir de su sueño, pero maldita la gracia que le hace impostar de nuevo al mundo un personaje que no es.
Y que nunca será, y que será siempre un trampas y un infeliz, y que no tendrá coraje para ir a un río a curarse las heridas, y que su jubileo será anodino, triste, y sin sorpresas    de   realidad.
-Y OJALÁ ME EQUIVOQUE-

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