El madridismo ha de estar feliz. Y no solo porque han acabado desolando al Barça, sino porque siguen disponiendo de un bloque ordenado y sólido que no echa de menos las ausencias del Fideo o de Xabi Alonso. Siguen siendo una máquina de agobiar y golear.
¿El Barça? ... Demasiadas dudas y demasiados debuts desafortunados. Luís Enrique trabaja y se nota, pero parece que toda la uva aún anda verde y anímicamente nostálgica.
Porque a pesar del gol de en seguida de Neymar, que pareció que podía noquear a los "swats" de Carlo Ancelotti, la cosa fue más un deseo que la desnuda realidad.
El Madrid creyó en sí mismo y en su exhuberante fortaleza. Mantuvo la paciencia ante el gilifútbol inofensivo y sobón que los azulgrana montaron unos metritos más allá del centro del campo. Demasiado ineficaz.
Y esa realidad acabó con los sueños azulgranas haciéndose justicia y éxito madridista. Antes del descanso el espadachín Cristiano selló de penalty un empate que lo revolucionaba todo. Hacía demasiado tiempo que Neymar y Messi eran un par de zombies apenas inexistentes y extremadamente dubitativos. Sin alegría.
El Real, todo lo contrario. A lo suyo y sin descomponerse. A luchar recto y directo, y sin mandangas. Al ataque y a por ellos. Por éso bien pronto Pepe cabeceó formidablemente el 2-1 y Benzema le puso volumen y distancia al gran radiocasette madridista de música exquisita y gran felicidad.
La segunda parte no fue ni emocionante ante el aluvión de seriedad blanca que cerraba todos los espacios y detenía algunas ambiciones azulgranas preñadas de esceptismo. Todo era Real Madrid.
Alves se puso a darle pelotitas centradas al área, pero mucho antes de que Xavi se cansara o Iniesta se lesionara, el partido había femecido por falta de opciones.
Fue un tratado de impotencia y de negatividad azulgrana, que transformó la rivalidad en un homenaje madridista a la seguridad y al gran fútbol que sin duda practica este equipo colosal.
El Madrid de Carlo sigue madurando y siendo intratable. Cada vez se lo creen más. Se les nota entrenados y dispuestos a ignorar cualquier complejo incluso frente al gran Barça. Se saben imbatibles si lo hacen bien y nadie debe olvidar que la Champions está hoy por hoy en el arca de Bernabéu.
Las caras y los gestos de unos y de otros le dan ambiente a un resultado clarificador. Pena en Luís Enrique y seguridad y alegría en los de Carletto. El fútbol es así. Nunca tiene guión. Jamás hay que fiarse de las previas o de lo primero que te cuenten antes de los partidos. Los noventa minutos sí son los jueces docentes que divulgan y marcan la sentencia.
El Madrid está sexy, y el Barça monjil y recatado. Parece ir superando la depresión post-Martino, pero eso no es suficiente y su asturiano entrenador lo sabe bien. El fútbol no es el recuerdo sino el presente y las reacciones de los partidos venideros.
En el primer gran "clásico", el Real ha pasado por encima del Barcelona. Pero se sabe que la Liga es el marathón largo y asfixiante si no se marcha al ritmo necesario. Entre estos dos gigantes siempre todo será posible.
-GRAN PARTIDO DEL REAL-
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