martes, 28 de octubre de 2014

- ESPAÑA ATUFA A CORRUPCIÓN -



Y a mentira. Este mi país huele a truhán y a impunidad. Me siento realmente desconcertado ante el tremendo aluvión de tipos inmorales que se hallan en puestos claves de la Nación. No recuerdo en Democracia una cosa igual. Una auténtica mafia.
Lo mejor es que los medios,-algunos-, muestran y vomitan noticias contínuas y perseverantes acerca de una gente codiciosa y sin escrúpulos que ha pensado que en mi país todo había de valer. Y se han camuflado y carnavalizado entre la formal democracia para llevarse el dinero a sus bolsillos y a los paraísos fiscales. Con una voracidad propia de avaros y de usureros. Emerge la gran hez.
Mucha gente ha robado en este país. Parecemos, Italia. Esto es ahora una pestilente cleptocracia, un suerte de ébola que infecta a todos ante la insuficiente inmunidad en valores y ética social general.
Sí. Son muchos, muchísimos y de todas las tendencias políticas e ideológicas. Nuestros representantes, nos han engañado. Bajo la manta había mierda para llenar camiones, olor nauseabundo, y muy poco vigor judicial. Han hecho de los ciudadanos un cortijo, de los cuales se han aprovechado para lucrarse.
El Partido del Gobierno no da explicaciones y pide perdones que saben a cocodrilo, la oposición suele perderse entre las buenas palabras, y la izquierda real no parece tener el músculo ni la capacidad suficientes como para poner las cosas en su sitio.
España necesita una enorme ducha y desinfección. Ir al médico. A un médico de fiar. España precisa humildad y autocrítica. Acción y reflexión. Precisamos una Justicia con mayúsculas que les dé su merecido a esta legión de saqueadores sociales que han convertido a los sueños colectivos en una miserable cueva de Alí Babá.
Jabón, agua limpia, bañera o ducha, desnudos y sinceridades. Manantial claro y nuevas reglas de la moralidad. España es ahora un gran fracaso. Ha fallado la persona y el sistema, se ha impuesto el individualismo ventajero y la indiferencia, han sustraído nuestras sonrisas y han llenado nuestra Piel de Toro de tristeza decepcionante.
La gente ha votado a estos señores y a estas señoras. Están ahí. Y estos representantes,-con bien honradísimas excepciones-, han violado toda nuestra confianza y han echado a correr con los enormes billetes de quinientos euros por la calle de en medio de su desvergüenza personal. Aquí ha valido todo. Vale todo. Cualquier cosa inmoral puede suceder en mi país y en cualquier instante. Hemos retrocedido hasta convertirnos en una república bananera sin la más puñetera credibilidad. No parecemos nosotros. Me pellizco y no me encuentro.
Tenemos escuelas, maestros, profesores, filósofos, pensadores, pero creo que bien pocos pedagogos y educadores. Ha habido una dimisión total en la idea de mostrar y diferenciar el bien del mal. Hemos cometido unos errores esenciales, primarios, básicos, de catón, y ahora vemos lo que pasa cuando decidimos perder el hábito de la higiene y frivolizar la idea de la decencia personal y general.
¿Soluciones judiciales y policiales ante toda esta reata de chorizos sin escrúpulos? ¡Naturalmente! Pero también reacción social en las calles y en las mentes. España no puede seguir siendo un sobresalto permanente de mordidas. No debería serlo. Por la cuenta que nos trae.
Siendo el paro uno de los problemas colosales españoles, ahora el mal prioritario es la moralidad de quienes nos maldirigen. Han de salir de ahí. Han de ser echados democráticamente de sus cargos y despachos donde tanto huele. Ha de entrar gente con la mirada clara y fresca y con la buena intención en el porte. Gente limpia.
-DEBEMOS Y PODEMOS ECHARLOS-

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