Costa Rica. El país se alegra y toma expectación. Los pobres creen más en las utopía abiertas. También a ellos puede llegarles el destino grato. Keylor Navas es ahora el embajador de aquella bella tierra centroamericana. Exótica.
El fútbol como ilusión y como escape de la gran pobreza. El gran Hollywood del fútbol. Todo un sueño coronado y una ilusión nacional y compartida. El Real Madrid de todas las Copas de Europa. Ya se puede pasar. Todas las puertas están francas. Huele a césped de éxito y a hazaña de fuego.
Portero. Arquero. Foto. El gran guardavallas de la Selección sorpresa de Costa Rica en el Mundial junto a Colombia. Keylor. Keylor Navas. Atrás quedaron sus trabajos de meritoriaje y sus momentos de prueba y laboriosidad en el Levante de Valencia. Ahora, el larguirucho guardamenta se pone de gala para las mejores tribunas. Le ha dado el premio y el triunfo un empujón en su exitosa carrera deportiva. Un costarricense en el Real Madrid. Cierto. Cerrado. Closed. Absolutamente real. Madrid. Europa. La Champions. El fútbol top.
El héroe modesto. El trabajador que se hizo admirar con sus grandes paradas y su enorme fe. El representante latino que jugará con el habilidoso crack y también hispano James. La suerte del modesto. La concreción de la subida de los peldaños.
Keylor pone cara de alegría. Está de estreno y es para estarlo. Vive su mejor momento. Tiene cara de joven indio modesto y feliz. Quien vive en una ola casi picarona pero que tiene toda la dura traza de la consistencia. Se ha ganado todo esto con el sudor de su frente.
Lo más importante es que en Costa Rica han rebrotado las ilusiones y las utopías están expeditas. Sienten felicidad y buen nerviosismo. En un país bien lejano y con problemas, allá por donde las indiferencias informativas de la actualidad casi nunca se detienen que no sea por catástrofes naturales o por guerras de desigualdades. Las de la pobreza.
Hay ahora mucho chaval joven en Costa Rica que quiere ser Keylor Navas. Ha llegado a esa NBA con la que sueña cualquier chico de aquellos lares. Europa y el mundo deportivo de los ricos parece más cerca. Da esa sensación emocional.
Los muchachos quieren crecer más. Salir a los patios y emular a Keylor. Es su ídolo, su espadachín, su hombre bueno y audaz, quien lo consiguió, y el galán de cualquier película.
Keylor es su póster y su espejo, y la figura del portero recupera las consistencias. Ser portero es muy difícil. El portero debe ser tranquilo en las tormentas, y responsable, y cuidarse, y poseer la concentración en el buen pulso, y temer siempre lo peor.
Y ganar lo mejor. Poder hacer la gran parada salvadora, el último reflejo, la postrera mano milagrosa in extremis, sacar una pelota en el último minuto y ser adorado y salvador.
La casa blanca de Florentino Pérez acoge y recibe ahora a un chico lleno de ilusiones que ha de soñar a todo. Ahora ha de caminar por la montaña de su olimpo sin perderle los pies al suelo.
Es el nivelazo soñado en las alturas, todos los grandes son más iguales y cuidadosos, más egoístas y más ambiciosos. El estrellato no es la selva de los mosquitos pero se le parece mucho. Son los mosquitos caprichosos de la selva del capitalismo, del dinero y del placer. Madrid devora cracks. Pero de momento, que le vayan quitando lo bailado al bueno de Keylor.
¡LA ENHORABUENA!
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