viernes, 13 de agosto de 2021

- FUEGO RIGUROSO. -



Fuego estrepitoso y aventurero, fuego de emociones, fuego que yergue las orejas y las propicia para escuchar la caricia de un sol frenético y africano.

Fuego sahariano, actual, tempestuoso, implacable, capaz de parar el mundo de lo cotidiano y hacerte dar saltos locuelos sobre el sillín de la bici estática de tu casa allá a las séis de la tarde.

No salgas ahí afuera porque todo es fuego. Fuego tentador, fuego de derrota, fuego de ansia, de placer, de excitación, de cópula, de abandono, de desorden, de líquido anhelado, de morenez enrojecida, de botijo seco y demodé, de tus labios pasión que sueño y disfruto.

Fuego que quema los tirantes de un sostén y los hace insoportables y a desechar. Fuego de unas llagas en los pies como no los desnudes y juegues con tu belleza recia y sin maquillar. Fuego de poner la cabeza debajo de una fuente, y respirar y disfrutar del impacto del agua. Juega con el agua que mal se lleva con el fuego y el calor del puto averno. Defiende tu piel con el protector más natural. No te muevas. Está el fuego.

Cuarenta grados sobre tu modo de pensar, camisetas estampadas y suaves y mucho interior. No salgas te repito de nuevo ahí afuera. No seas tan ambicioso y modera las hormonas. Fuego de día, de tarde, de noche, de casi toda la semana del verano cabrón incrustado en la Canícula. Brisa de la risa trilera, calor viento trampa que te da más sensación de exceso y desagrado.

Fuego que reina impune procedente del cambio climático. Fuego de calor de sofoco que hace lo que le da la gana con todos, fuego de reto, de bebida fresca, de matar el aire acondicionado a toda loca factura, fuego de ventilador de segunda división, fuego de exclusión, fuego obrero, fuego estratega, de darse la vuelta, de sumergirse en el agua templada y apta del optimismo y de la esperanza.

Fuego en el alma, fuego en las plantas que sufren como perras en el balcón, fuego de ahogo y ansiedad, fuego de no pensar y de dejarse ir, fuego de piña que estalla y descansa; fuego de una atracción desbocada entre dos seres completamente diferentes pero que son capaces de complementarse a la perfección. Fuego de estatismo, de búsqueda de sombra imposible, de llenarse la piel de protección 50 y jugarse el pellejo en la playa desaconsejada e imposible. Fuego de peligro y de bandera roja, fuego de mujer cañón que sale tórrida de entre las aguas como un milagro de amor y belleza, fuego de fiesta, fuego que entierra a la nieve en un vaso on the rock, fuego evidente, lumínico, droga de pirómanos asesinos que juegan a la loca avaricia de la supervivencia del malvivir el día.

Fuego de no refrescar el monte, fuego de palo quemado, fuego de desplazamiento apresurado y de megáfono policial en la España vaciada. Fuego de juego de chorizos monopolistas, fuego oligopólico, fuego de tahúres, fuego de irresponsables que perdieron de vista las consecuencias de la emergencia climática.

Al Sáhara se le rompió la cuerda que le mantenía en África y emigra rutilante hacia el Sur europeo. El desierto, la nube, el polvo y el fuego rojizo, la devastación y los daños, cuerno quemado, todo en alerta fueguina, y en el medio de la hojarasca trinchada por el fulgor ígneo, un niño llora de asombro ante lo que ve. Porque su pueblo puede ser pronto unas cenizas.

¡OH, NO! ...



 

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