martes, 17 de agosto de 2021

- CUANDO DESCUBRÍ A JUAN ADRIANSENS. -



Aquellas tardes de tertulia radiofónica. Fue un tiempo de mi vida, oportuno e interesante. Llené mi curiosidad de riqueza y aprendizaje. 

Era otra tarde, sí. Era "La Radio de Julia",-de la ahora enfermita Julia Otero-, y se trataba de una tertulia diferente. Rezumaba por todos los poros, libertad, heterodoxia y tolerancia.

Para mí, lo mejor del magazine de la maestra Otero, era como digo esa tertulia de nivel, la cual se me antojaba imprescindible. Porque había otra verdad. Porque salía mi ídolo y antropólogo social Manel Delgado, y entonces a casi todo lo afirmado con anterioridad, lo hacía trizas con humor y talento. Delgado sigue siendo el gran maestro irreductible y sabio que siempre fue.

Hasta que, un día, escuché una voz nueva. La de alguien novedoso que se incorporaba a aquellas tertulias, en donde estaba Manuel Cruz, o Pilar Rahola, o tantos y tantos tipos y tipas talentos@s que me llenaban de luz.

Al principio, esa voz no solo no me gustó, sino que casi me pareció que no daba el nivel de los demás. Parecía una voz pastosa, como impostada, irónica, y al principio muy temperamental. Era la de un perfecto desconocido para mí. ¿Quién sería Juan Adriansens? ...

Pasaron las semanas y los meses. Adriansens era mediático y ganó fama. Empecé a escucharle. Iba de independiente. Yo le intuí de derechas, pero Adriansens lo que demostraba era pasión por lo que creía, y en el fondo y a la vez, desdramatización. Julia Otero le presentaba como pintor, y también historiador y escritor.

Recuerdo que se ganó bien ganada su posición de historiador. Yo, no sé de pintura y no puedo juzgarle. Pero de Historia, Adrianses sabía y mucho. Era capaz de hablar de reinas, príncipes, palaciegas historias, ilustrado, y más que formado y riguroso en estas materias. Adriansens,-nacido en Cuba-, llegó a ser ya un personaje titular de cualquier tertulia que pretendiese tener poder ilustrado.

A mí nunca me ha gustado la Historia. Nunca he sido fan de ella, dado que considero que el ángulo o la visión de los perdedores, acaba difuminándose creándonos la subjetividad. Para mí, lo mejor de Adriansens era cuando se encendía y parecía perder los papeles desobedeciendo las indicaciones de los moderadores acerca de su tiempo de uso de la palabra y de sus excesos.

Adriansens fue homosexual, tolerante y muy humano. Tenía cosas vulnerables, y podía ser un fiera cuando se apasionaba. Juan Adriansens llegó a ser de mi familia preferida de tertulianos del equipo titular. Consagrado y brillante.

Pronto le ficharon las teles para el ruído mediático, y allí hubo de todo. Pero Juan Adriansens jamás perdió la sonrisa. Era alto, peculiar, ancho de espaldas y cerca de ser gordito. Y raramente tuvo una mala palabra contra la gente noble que le aceptaba.

Cuando las triscas televisivas a ver quién la tenía más grande , y a ver quién daba la nota más, en busca de la notoriedad y el money, Juan Adriansens no se sentía afectado por tales factores. Era sobre todo amante del lujo de los vencedores históricos, y procedía de una familia con posibles. Por éso, la fama no era sexy para Adriansens. Lo mejor era vivir, moverse, concentrarse en una pintura de las suyas, destacar la belleza de Beyoncé, escribir, estar a la actualidad, y ser eternamente curioso si pretendía ser honesto opinador.

Lo que yo no sabía era que ya era mayor. Eso quiere decir que yo ya no soy tan joven y que la vida pasa a la velocidad del rayo. Ochenta y cinco años bien vividos por el valiente y peculiar Juan Adriansens.

-D. E. P. -

 

0 comentarios:

Publicar un comentario