miércoles, 4 de septiembre de 2019

- SEPTIEMBRE INEVITABLE -




El calor se defiende a pesar de las sombras que acortan el tiempo de la exposición del sol. Pero Septiembre siempre se deja ver y marca presencia y estilo.
El último mes veraniego media entre el calor sobrante y los borrascas que ya se desarrollan. Y lo saben las plantas, las cuales entronizar el color rojizo y pajizo en la excitación final de su tono amarillo. Septiembre tiene estas cosas únicas. Hace sin hacer, parece que todo va siguiendo mientras cambia drásticamente, y significa un tono falso pero que apunta a novedad en el cielo.
La gente, acaba de aterrizar de sus playeras y lejanas vacaciones. Se hace cuesta arriba el volver al lugar de residencia, y los rostros se vuelven tensos y esperan la descompresión hacia lo cotidiano. El niño ya vuelve al colegio. Van cediendo las poses de alegría estival y recuperándose las ideas de obligación. Septiembre entiende esta función psicológica, lanza ya más corto el verano, y trata de que su calor distraiga las ideas de saudade y de nostalgias.
Septiembre es un puente inevitable entre dos estados y estadios sociales. Es el principio del cambio que lleva a un tiempo inestable y en el que ya no garantiza nada. En Septiembre el amago de lluvia trata de comenzar entre la sequía general, y conecta las primeras masas templadas con las aguas de los mares cálidos. Y esta cazuela crepita y hierve ligera, fugazmente, y cuando vas a decir que qué puñeta que llueve y llueve en el finde, casi de repente entra otro engañoso y hasta persistente sol.
Libros, niños, nervios, la ropa, las costumbres en el consumismo y los nuevos encuentros que ya no cesarán en todo el año hasta que Junio vaya poniendo el punto final a los climas de desplazamiento arriesgado.
Hemos vuelto a casa y a lo de siempre, y Septiembre lo marca con una fecha y una flecha ineludibles. Las teles ya vomitan fútbol oficial, y todos vamos estando ya en las primeras posiciones de la clasificación de la presencia. Comienza el curso social y hay que hacer cosas.
Hay que hacer que no se nota la potencia del melancólico Septiembre, y escuchar de nuevo las noticias habituales, y los lugares de trabajo se convierten en los grandes santuarios donde el no ser formales ya no puede ser excusa. Las parejas empiezan a verse menos entre sí, y los niños a los padres. El reloj de lo de antes ha dado a luz a la fuerte campanada y al gran gong de la cotidianeidad. Vamos a ser más o menos tal como éramos, aunque mantengamos en la piel el moreno del sol y en la ropa audacia y consecuencia climática.
Septiembre es el anverso del Junio. Un mes cierra y otro abre. Pero el tren de la vida camina como el agua del río siempre indiferente.
Y entonces tú te marcas y te plantas tu Septiembre que más te gusta y decides. Decides igual que la vida decide por tí. Y no te detienes. Y sabes que si te paras te pasan, y que renovarse o morir, y que la creatividad ha de manar constantemente, y que vas a necesitar más retos, decisiones y look.
Tú estás en el medio del Septiembre cambiante. Y harás lo que puedas para moverte con la idea de no quedarte atrás. Y si no has podido ir a Bohemia o a Nueva York, entonces te las ingenias y cuentas las trolas que deseas. Y visualizas que te lo has pasado bomba y que has sido feliz. Y además de visualizar el placer, lo vas a seguir porfiando e intentando porque es tu inteligencia. Y porque la vida son pocos días.
-CASI COMO SEPTIEMBRE-

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