viernes, 26 de abril de 2019

- IDEAS -




En el medio de una Valencia soleada de abril con olor a vacación, a playa y a escapada. En el centro del lío electoral, y en el corazón de un gran puente o acueducto de fechas y posibilidades, me golpea la vida con un beso de acción.
Y entonces puedo comprender más cosas y las causas de mi aparente soledad. Las veo más nítidas y seductoras en el centro de los temores. Son éso; temores. 
El no planificarse con audacia los retos. Todo está ahí afuera para jugar con él. Hay millones de cosas para seguir dando mis históricos primeros pasos. Hay que perder el miedo a molestar, hay que acercarse y ganar confianza, tomar audacia y dejar complejos.
Sé que lo haré. Por una razón fundamental. Porque  es mejor y porque vale la pena. Porque llamas y quedas, y hablas, y es mejor, y cambian los huecos y los vacíos, y entonces enraizas de verdad con la tierra social y pueden brotar mil apéndices consistentes de conexión y de continuidad.
Aburrirse es una gran mentira actitudinal. Una estupidez. Aburrirse es tener miedo al error o a la desconsideración. Hay que golpear puertas físicas y encuentros reales. Hay que compartir e invitar a compartir. Jugársela. Los partidos no tiene resultados si no se juegan. Y salir ahí es un gran y necesario aprendizaje. Si sales ahí puedes ser mucho más feliz, y más conocido, y más que te conozcan, y que te rechacen si quieren o que les sorprendas con tus cosas.
Ser desconocido es un repliegue cagón y una estrategia defensiva y equivocada. Bien es cierto que en mi caso puede tener algún mérito especial y de aplauso el caminar. Pero ni mucho menos es el todo.
¡No! Yo voy a seguir caminando, y a visitar a éste y a ésta, y a juntarme con los demás, y a respirar el aire de mi virgen y oxigenante libertad. No hay que huír de nadie ni de nada, sino afrontarlo todo. Es mejor. Es muchísimo mejor. A falta de familia, yo me la voy a buscar. A falta de alicientes, yo los crearé. A falta de sensación sabrosa, yo haré y lograré el elixir dulce de la compañía y del pastel de rosa.
Hay viajes. Y viajes hacia uno mismo y sinceros, como estas ideas que plasmo aquí. El desplazamiento es básico, así como la conexión. Da igual que sean conocidos, o amigos, o desconocidos, o lo que sea. Lo importante es que forman parte del mundo dinámico del vivir y que yo no me queje de los postergamientos o de las ausencias.
La cuestión es montáselo mejor aunque hayan piedras u obstáculos. Hay que saltar sobre ellos, porque al otro lado está la sorpresa y la respuesta vital y conseguida.
Todavía tengo cincuenta y ocho vírgenes años y toda la guerra creativa y satisfactoria que dar. Cada día van a pasar cosas responsables y diferentes, distintas, complicadas, duras, etcétera. Pero también mucha magia personal y mucho legado construído. He de hacer legado y tirar al trasto de la basura y de la nostalgia triste, hacia otro enfoque.
¡No pasa nada! y, pasa todo. Y pasará todo en la medida que yo vaya queriendo que pase. Mi conciencia está limpia, y todo es escuela primma y nueva, e intentarlo constantemente. Hace poco viajé a León. Y vine grande y bien. Aprendí a mares. Sufrí bastante también. Pero todo es un asunto de mi elección. Voy a seguir aprendiendo. Voy a seguir sopesando vigilante lo que no me es mejor y lo que me lo es. Voy a seguir buscando satisfacción y salud, y sonrisa de mujer, y autenticidad conmigo mismo y no ser tan severo con mis cosas.
La vida no es tanto drama si se hace bien. En la Feria del Libro de mi Valencia habia hoy vida a raudales y allí me he ido a observarla y a respirarla un poco. Aún tengo pulmones, y vista, y capacidad de asombro y de reír. Si miro bien, todo es mucho más divertido, real y excitante.
¡SIN DUDA!

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