domingo, 21 de abril de 2019

- CINE= "DOLOR Y GLORIA", DE PEDRO ALMODÓVAR. -




Autoanálisis del propio Almodóvar. Repaso a su cine y a sí mismo. Peculiaridad y diferencia. Los colores de los dibujitos iniciales que abre su film son almodovarianos y clásicos. Ahí empieza todo. Como con su Antonio Banderas, su Penélope Cruz o su Julieta Serrano.
El personaje que propone Almodóvar es evidente que refleja su mismidad. Es su visión de él mismo. Habla de fracasos y de mucho dolor, pero es un dolor preñado de vitalidad y de realidad. Salen sus obsesiones. Los homosexuales, la droga, los condicionantes del poder religioso, su infancia y su entender de la tierra y de su raíz. Almodóvar nunca renuncia a su raíz. Y al final, sale su madre. Todas las madres del carismático y siempre polémico y manchego director.
El desnudo masculino y la belleza. El cuerpo atractivo e inevitable, y la mujer de pueblo brava, enamorada, tierna y laboriosa. Las mujeres en Almodóvar nunca se arrugan. Y taconean. Él parió las "chicas Almodóvar", como Victoria Abril, Penélope, Verdú, Maura, etc ,etc ...
La niñez bien arraigada. El niño inocente y activo, el coro, el cura, la plaza del pueblo, lo rural y hasta las oportunidades.
Sí. A veces se triunfa. A veces se innova. En ocasiones se puede hacer cine diferente que habla de gente que no sale en las películas convencionales. Pedro es un rara avis. Uno de los directores más conocidos en el mundo. Un tipo que ganó un Óscar y que puso muchas picas en el flandes internacional.
En "Dolor y gloria", Pedro se repasa las emociones y se recorre todo en el tiempo. Suelta libre la idea de deseo, y trata de aceptar sin grandes ruídos las evidentes adversidades. Almodóvar trata de hacer mixtura entre su perdón y su creatividad razonable y propia. Enlaza el dolor con los éxitos. Las penurias, con el amor. La pobreza, con la evocación del cante flamenco y popular, y acusa la magia de la admiración a la diosa Marilyn Monroe.
Todo. Almodóvar se ve mayor y hace testamento cinematográfico. Y se sigue centrando en aquello que vivió en su infancia y juventud, y que por tanto le marcó.
Almodóvar es duro y realista, pero también muestra imágenes más que bellas que llenan sus pedazos internos del film. Siempre habrán cosas así. Cuevas e iglesia, homosexuales e ironías, mujeres potentes y atrevidamente bellas y pioneras en su cine distinto.
Sabe que nunca dejará a nadie indiferente. O dirán de él que es un chabacano simplón que saca travestis y drogatas, o que su cine es especial y absolutamente inesperado. Ahora, cuando van pasando los años, ahí va quedando su obra para los discutidores.
Caer bien. Tocar temas delicados que pueden hacer que salten sarpullidos, mojar al espectador con una chica sentada en la taza de un wáter, o con la muestra depilada de un varón bellísimo y musculadamente matador, inocente y sugestivo.
La belleza o la fealdad. Su estética evidente. Como es él. Sin ambages. A toda presión. A toda libertad. A toda su reivindicación. A todo su entusiasmo por el cine. A romper corsés y armarios. A armar otra sociedad invisibilizada pero real. A lanzar temas delicados y agrios que esconden éxito final y glorias. El dolor. El dolor humano del crecer y de tomar las decisiones.
El dolor de los intolerantes que arrean sin miramientos. El azote de los machistas. Quien presenta unos planteamientos desafiantes aunque últimamente le salten altibajos. Que su baja forma final quizás sea la vida y su transcurrir, y que siempre acabará pasando factura. Porque la vida tiene solo un tiempo.
Pero, más allá de Cronos, la inmortalidad del cine de Almodóvar está en su legado y en su valentía. Los cojones que le tira. Su falta de paliativos o miramientos cuando expone su potente humanidad. Su profunda convicción innegociable con las ideas que tiene y que siempre tendrá. Él mismo.
-SU UNIVERSO-

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