viernes, 5 de septiembre de 2014

- SARA, LA VIDA Y YO -



Ojos negros. Regordeta. Decidida y apasionada de la música. Profesora, y directora de mi coro. Del coro especial al que acudí hará dos años aproximadamente.
Sí. Sara es la pasión por la música no disimulada. Es la apuesta por los géneros tradicionales y su tremenda vocación. Toda la música le gusta a Sara. Pero por encima de todo, el purismo académico. El Conservatorio.
Sara canta muy bien, y domina admirablemente el oboe, es más tímida de lo que parece pero tiene la idea práctica en la cabeza. Y se atreve con los retos y se deja llevar. Le gusta presumir y ser tremendamente exigente. Se pone nerviosa porque desea agradar y dar lo mejor musical de sí misma.
Sabe que su solfeo y su música son caras de lograr. Que todo esto es estudio, entusiasmo y minorías. Y se enfada cuando ve que no lo hacemos bien. Y se pone tensa más todavía cuando percibe que nos vamos de la concentración con otras musas, y no la atendemos en el transcurso de los ensayos.
Valora nuestro esfuerzo y censura nuestra apatía. Siempre está de broma, pero es dura. Hueso. Sara tiene esa doble vertiente. Es alegre y exigente a un tiempo, treinteañera de bien pocos años, enamorada y siempre culo inquieto.
Actual como todas, y siguiendo empero apasionada una música tradicional de sesera y minorías. La música es para Sara hasta su motor íntimo, el poder expresar sus sentimientos interiores y recónditos, su dar clases, su necesidad de estar a la última, y de guardarse siempre una última baza especial y selecta.
Por el whatsapp fatídico, Sara nos dice adiós. Que, se va. Que ya no le da tiempo a ser nuestra directora de coro, ya que las oposiciones la han destinado geográficamente demasiado lejos y no nos puede ya ayudar. Vamos a homenajearla este mismo sábado porque creemos que se lo merece.
Buscarán a otra persona. La vida irá decidiendo. A mí particularmente me costará asumir el cambio. Me había acostumbrado a las cosas de Sara. Sabía lo que me podía unir a ella y lo que siempre me distanciaría. Hasta que me doy cuenta de que todo será un reto nuevo, y que por encima de todo estará de nuevo la música.
Claro que la echaré de menos. Ponía orden entre un grupo de mayorotes y mayorotas que se pasaban charlando media sesión de ensayos. Y yo me veré su ausencia y la compararé con el nuevo director o directora que llegará.
Seguro que al principio me parecerá todo deslavazado, frío y menor. Con menos sal. Los tanteos iniciales serán fuertes y cargados de emociones y de poder. La nueva persona hará grande el coro, lo dejará tal y como está, o incluso casi lo hará desaparecer. Dependerá de su actitud y de su adaptación.
Sin Sara, yo seré más yo. Valoraré la música sin apasionamientos e idealismos. Más en su justa dimensión. Como cuando te cambian de clase y hay otros profesores y otros momentos. Y entonces eso nunca te afecta a tu calidad ni a tu disposición.
Seré el mismo, venga quien venga. Sara ya no estará más, pero la persona que la releve será una nueva Sara, o Antonio, o María, o Andrés. Será apasionante. Habrá un nuevo idioma, nostalgias iniciales, y saudades, y también la asunción del ajetreo de la vida y de su devenir.
Ahora cuando se vaya Sara, me daré cuenta del lío donde me ha metido y podré asumirme más a mí mismo. Y seguiré aceptando desde mi libertad el seguir en el coro, y en las personas que lo componen, y darle auténtica importancia a lo que realmente lo tiene, y mostrarme crítico ante aquello que no me guste. Mi solfeo post Sara será un nuevo crecer y una nueva aventura.
-COMO TODOS MIS RETOS-

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