jueves, 11 de septiembre de 2014

- E. BOTÍN -



Vuela altísimo un enorme avión. Extrañamente inalcanzable. Demasiado en otra atmósfera paralela. Es otro mundo aunque esté en éste. Ni siquiera es un sueño. Más bien, una elucubración casi caprichosa. Ha muerto el banquero más fuerte de España. El más poderoso. De los más de España. Santaderino. Emilio Botín. Banco de Santander. Acaba de dejarnos.
No aspiro nunca a caminar por ese Everest del capitalismo. No soy ni seré tan alto. Prefiero a esos morenos de la NBA o a los grandes alpinistas del frío. Los pies en mi mundo y en mi realidad social. Nunca me gustó el Poder. Nunca es bueno.
Botín era supermán en el Sistema. El que manda, el que nadie le puede toser, el que hace lo que desea, el que decide más que mucho, y el que le dice a muchos políticos y gobernantes las líneas a seguir. El Poder. Una especie privilegiada que cabalga realmente libre sobre nuestro páramo llamado democracia. El gran Presidente y jefe en la sombra real del luxe. El amo. El que o lo tomas o lo dejas. La idea de que el mundo ha de ser así y así de financiero y banquerizado, o te aguantas.
La Banca. La intocable banca que gana siempre. ¿Qué será la Banca? En el fondo es una gran cesión o consentimiento social. El dinero. El money, la necesidad, el salario va por banco, todo son acuerdos, los bancos nunca pierden, siempre ganan; sus directores y directivos están vacunados contra la otra suerte de la plebe y de la ciudadanía.
Tienen toda la suerte y todos los hilos del mundo. Como la globalización, o los flujos financieros, o la macroeconomía, o aquello siempre impeturbable que les marca y define. El Poder real es la leche, es casi televisión de ficción, y mansiones y amoríos, y un staff absolutamente esplendoroso. Los banqueros son los grandes reyes de la actualidad. Quitan y ponen, riegan y secan, desechan y apuestan, actúan y esquivan, y siguen por encima del mundo conocido. Y hasta por conocer.
Botín fue un tipo importante en este país. Lo que pasa es que yo siempre le veo lejano y nunca le he podido conocer. Pertenece a un club selectivísimo al que yo nunca entraré. Tenía cara de paleto echado para delante y con la seguridad de quien sabe que siempre las puertas pueden abrirse. Botín no me es familiar. Reconozco que es esotérico y hasta grandioso, pero le veo con miopía y con una enorme dificultad. ¿Quién fue realmente? ...
Mi mundo no es ése. Mi mundo es más de andar por casa. Por cierto que andar por casaa es muy gratificante. Más de lo que se cree. Me quedo con mi Democracia o lo que quede de élla, aspiro a que los nuevos políticos escalen y rebasen la montaña donde moran y tejen estas grandes deidades modernas.
Sí. Quiero políticos tan peces gordos e importantes o más que Botín. Que no se tenga complejos. Que cambien las tortillas y muten las pieles y las legislaciones. Deseo un hombre un voto. Que la justicia sea igual para todos, que haya pocos parados, y que todo el mundo tenga igualdad de oprtunidades.
Lo dicen las Constituciones de los Estados modernos. Los políticos son los representantes de los ciudadanos. Nunca los banqueros y sus clubes impenetrables. Me gusta oler a mi diputado, a mi presidente, a mi alcalde y a mis compañeros de democracia real. No quiero mecenas, ni reyes magos, ni tíos de América que me leguen herencias, ni pitonisos, ni conseguidores.
Siento la muerte del santanderino Botín. Pero no lo que su gigante figura representa. ¡No! No quiero a esa estirpe, a esa casta, a esas poses, a esas distancias y a esos mundos. Sencillamente, porque no son de verdad.
-DESCANSE EN PAZ-

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