martes, 9 de septiembre de 2014

- CONTADOR MARCA SUS CREDENCIALES PARA GANAR LA VUELTA 2014 -



En el corazón de la Asturias omnívora y bellísima. Donde estuvo la vida de la mina. En ese encanto bable de pueblucos en donde no se sabe lo que es un metro llano, el gran ciclismo y de calidad volvió a los valles mineros que también tuvieron su vuelta y su pujanza.
Los Picos de Europa. Los Lagos esta vez de Somiedo tras pasar por la cañí San Martín de Teverga y bajando el puerto especial de San Lorenzo que lleva a la traca final de La Farrapona. Nombre autóctonos y especiales, lugares que ya son solo turismo de perderse y de desconectar. Donde el todo y la nada son lo mismo, allí en la tripa de la montaña actual y en el día de la fiesta de la Santina, rompió de nuevo el ciclismo de nivel y los gregarios se escondieron a sus lugares de menoridad. A sus puestos.
Sol de Asturias tras los errores meteorológicos. Vuelta ciclista a España en un puño de igualdad. Hacía falta el hachazo y la definición.
Antes hubo boxeo y riñas. Dos hombres nerviosos se zurraron bajando un puerto. Me parece duro que les descalificaran en medio del voraz esfuerzo y delante de toda la televisión. Debieron tirarlos después y discretamente.
Alberto Contador había anunciado que no conocía la Vuelta porque estaba desilusionado. Pero ya está ahí con el jersey oro y le saca dos minutos al bravo y raro inglés Chris Froome.
A su lado, tanto Purito como Valverde mostraron sus limitaciones cuando por unos días la Vuelta se pone Tour y entonces se ve el top de un deporte fantástico y especial como es el ciclismo. Y antes de que se me olvide, y al lado de la sidra, la montera picona y la vaca desnuda y libre en la escarpada montaña, mi homenaje al mito José Manuel Fuente "Tarangu", y toda su clase, infortunio y época. Inolvidable.
Las rampas pusieron las cosas en su sitio. El buen ciclismo se emociona ahí. En esos valles de estampa con puertos como San Lorenzo, en donde el porcentaje del 10 por ciento pero sostenido y sin descansos. Eso se llama escalar y nunca engañar o especular.
Al ataque de la dureza se tiró el inglés Froome camino de la final Farrapona, y la enorme clase del carismático y bailarín Alberto Contador sacó a todos del tedio de lo previsible. Lo mejor que hizo el madrileño fue aguantar los arreones  y los cabezazos del superclase sajón. Quizás ahí estuvo la Vuelta, aunque aún falte pasar por Ancares y su magia.
Alberto, aguantó. Apretó una y otra vez los dientes. Su madurez de mejor ciclista español le dijo que no debía dar un solo relevo a nadie. Quien quisiera ganarle en su montaña, debería demostrarlo ahí, donde duele, donde está la potencia y la clase, la resistencia y el talento. Porque a Alberto Contador solo se le puede ganar con sabiduría y con calidad. Con quilates.
Hasta que a falta de un kilómetro para triunfar a lo grande, el de Pinto decidió mostrar su talento y lanzarse a su éxito. No había parado de tener adversidad desde que se cayó en el Tour con todo a favor.
Rebasó a Froome, y con la mano y en la línea de meta hizo su disparo característico con la mano y todos sentimos profundamente que lo merecía y que se había hecho justicia. Porque este ciclista es tan bueno que gana casi lesionado y con dudas propias. Que su tenacidad y paciencia le llevan a la calidad y al éxito.
Su montaña. La montaña de Contador. La de subir y subir. La de lanzarse una y otra vez sobre la bici. La montaña que te agota y asfixia, la que pone a prueba tus límites y humildad, la que es severa y verdad. La que ayer nos dijo que Alberto es el mejor y se lo merece todo. Y el país España vibró en Asturias nuevamente.
-ALBERTO ES MUY GRANDE-

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