Domingo por la tarde. Indecisión. La casa, agobia. Mucha labor previa. He pensado en la conveniencia de hacer nuevas amistades. ¡Qué corte! Apenas les conozco en persona. Hay que espabilar. La fatal idea de no acudir a la cita, es comodona y sedante. Pero, por fin la vida. La vida me dice que no me pare a pensar demasiado. Que levante el culo de la silla, y acuda. Lo dudo. Lo dudo una vez, y mil veces, y trescientas, y doscientas cincuenta, y ...
Y me levanto y me pongo presentable. Y como un zombie y con una sola idea de puntualidad me planto en la calle. Cuando llego al punto de encuentro ya hay decenas de hombres y de mujeres que están pensando y sintiendo cosas parecidas a mí. Hay que salir. Había que salir. Éxito. Timideces, pero éxito.
Me refugio entre la cercanía de personas cortadas como yo, pero a las que ya voy conociendo más de otros momentos. Mejor partir de uno que de menos tres. Algo es algo. Y en ese momento me viene la libertad. Chicas guapas y hombres haciéndose los correctísimos. Es el tiempo del agrado impostado. Dicen que la primera impresión es la que queda. O algo así comercial.
"Rosi" me hace una reflexión pertinente. La de la soledad. Hay un denominador común que todo lo preside. Hay ganas de llenar huecos y de que pasen muchas cosas. De que te lleguen y de ser llegados.
Y te vas dando cuenta de que nada hay que dramatizar. Solo es una tarde casi de otoño y con un calor potente. Todo depende de las expectativas y de saber o no lo que uno quiere. La actitud. La forma de ver las cosas. La positividad. El buen color, las ganas de hacer que todos se sientan bien y con un solo fin: que yo me sienta igualmente en el agrado y en el bienestar.
Conocí a muchas personas. Es una experiencia que debo recomendar. Los inicios son menos difíciles de lo que se cree. En realidad hacer nuevos amigos puede ser inicialmente una cosa muy abordable y sencilla. Y una vez elegido el tipo de grupo más afín, va a venir un reto inaplazable que se llama continuidad.
En ese grupo está todo lleno de actividades y de posibilidades. No es para aburrirse uno. Lo que la vida me va a marcar es si voy a estar a la altura que precisan esas nuevas amistades. Va a ser mi voluntad y mi posibilidad real. Mi límite y mi espacio, todo junto.
Cultivar la amistad de esta nueva gente amable que he conocido. Soportarse y soportarnos. Hablar y hablarnos sin herirnos y con amor. Aquí hay gente tocada y en busca todavía de sí mism@s. Hay que ir sin trascendencias, con prudencia y espontaneidad. Aportar y escuchar mucho. Mutua necesidad.
El grupo. El grupo tiene eso. Tienes que asumir su dinámica. Lo haré. Lo haré con todas mis fuerzas. En mi escaso tiempo de ocio seré claro y activo, resuelto y sin idealismos. No me abriré a la primera ni a la tercera, pero no me cerraré en vaguedades. Soy y somos más cercanos e iguales de lo que hasta íntimamente podemos pensar. Lo sé.
Todo es más sencillo si tengo convicción. Si no pierdo el contacto. Si me afano en tener esa idea de la perseverancia sin precipitaciones ni melodramas. Lo que me gusta de esta gente es que son de carne y de hueso, previsibles e imprevisibles, puntuales e informales, diferentes a mí, vitales y celosos de su intimidad, alegres y fuertes, tímidas y tímidos, extrovertidos y arrolladoras, y todo ese abanico de gestos y personas que me atraen y estimulan.
-QUIERO SER COMO ELL@S-
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