jueves, 26 de mayo de 2022

- MATANZA EN LA ESCUELA DE TEXAS. -



Muy joven. Dieciocho años. Muchos problemas personales y estructurales. Salvador. Se llamaba Salvador. Texas. Estados Unidos. Quizás la vida pueda valer muchísimo más de lo que se cree. Seguro que sí. Y hay un choque cultural entre los Estados Unidos y el resto del mundo. Y vinieron a Europa a ayudarnos para ganar la Primera y la Segunda Guerras Mundiales.

Economía. La Asociación Nacional del Rifle. Las armas de fuego. El Partido Republicano y la Democracia. Tú puedes comprar armas de fuego. Sobre todo, si eres mayor de edad. O, por tradición en el mercado negro. El mercado negro y el mercado legal de las armas, se me antoja que tienen el mismo y peligrosísimo aroma.

¿Identidad americana?, ¿en la mayoría de las películas estadounidenses aparecen pistolas y disparos?, ¿cultura de la violencia?, ¿demasiada distancia social entre unos y otros?, ¿demasiado libertinaje peligroso y demoledor?, ¿sociedad enferma?, ¿dividida? ... ¡¡Que reflexionen quienes saben!! ...

Al parecer, Salvador Ramos mostraba patologías sociales y personales. Demasiado silencioso, demasiado tímido, demasiado raro ...

La vida y las aspiraciones. El sufrir personal. El dejarse ir. El descreimiento sobre la salud mental y sus remedios. Si has de ser algo en Texas, o lo demuestras o serás siempre una menoridad.

Salvador tenía muchísimos problemas silenciosos. Porque los problemas silenciosos, existen. Aunque no hayan estructuras de Sanidad Mental. Los problemas son muy complejos. Todo simplismo está de más. Todo lo complejo es rico. Ayudar a conocer y a hurgar sobre el fondo de las situaciones. La complejidad es la filosofía. Está en la ética y en todas las disciplinas.

Estados Unidos. 2022. Mayo. Salvador ha entrado en una escuela de primaria a tiro limpio. Salvador tenía entre su nebulosa, un premio. O, eso le decían. Iba a ser mayor de edad. Y se sentía una mierda absurda. ¿Por qué no jugar un poco a ser poderoso? Cuando todo es una mierda, no suelen sentirse barreras, y entonces los demás no existen. Salvador miró con curiosidad a sus armas. ¡Ya era mayor de edad! Miró a su rifle y a su pistola. Lo que piensa alguien que no está bien, siempre será sorprendente.

Pronto Salvador se cagó encima. Seguía siendo una nada con las armas de fuego en las manos. ¡Oh, puta rabia! La suerte estaba echada. Alea jacta es. Como decían los romanos. Jaque mate.

La única baza en la cabeza de Salvador, era salir victorioso o luchador de su última extraña aventura nefasta. Salvador ya no respiraba humanidad ni sensatez. Respira a cero. Mata o muere. El superviviente desesperado actuó como un autómata. Cárcel o muerte. O, pena de muerte o inyección letal. Demasiado tarde todo. Salvador tenía armas en la mano. De fuego. Tocaba jugar a morir. La suerte, volvía a estar echada.

¡Un aula de escondite, llena de niños que no tenían armas de fuego, y que no podían defenderse! ¡¡Terrible!! ¡Oh, no!.. Salvador disparó sobre los niños y los profesores. Mató a muchísimos. Todo muy rápido. A Salvador le quedaban escasísimos segundos para dejar este extraño y a veces perro mundo. La policía le disparó y lo dejó seco.

Disparos, disparos, más disparos, siempre disparos, veo continuamente películas de disparos. Disparos que nunca hacen justicia. Porque la verdadera Justicia no es la pena de muerte. Ni la irresponsabilidad de no vigilar la Salud Mental de los ciudadanos estadounidenses. 2020.

El país más simpático y carismático del Globo, lleva centenares de episodios lamentables de muertos y heridos en el transcurso de un solo año en su territorio. Biden y Kamala claman contra los Poderes que consienten o que hacen que la película de los disparos se eternice. El deportista de basket Steve Kerr clamó el otro día en rueda de prensa contra el terrible y constante dolor. ¡Está harto de tantas matanzas caseras! El enemigo parece más próximo y acechante. 

-Y SE SIGUEN COMPRANDO LAS ARMAS-
 

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