lunes, 1 de marzo de 2021

- J. M. AZNAR, NO, NO Y NO ... -



Mirada dura y calma. Es como si fuera un campeón mundial de los grandes pesos, pero que ya nunca espera rivales.

Como si le diera dos pitos que su rival fuese Foreman, o Frazier, o el propio Alí. Porque José María Aznar es él. El intocable. El emperador. El liberal. El defensor de la libertad individual. Y en donde solo hay un rival capaz de plantarle cara. Él mismo. Si quitamos a este contrincante, ya todo le trae al pairo.

Évole y en la tele, le buscó con astucia y veteranía sus puntos débiles. Lo que pasa es que Aznar no percibe tales puntos débiles. Parece una coraza de kriptonita en un Poder del que nunca está dispuesto a marchar.

Lo más destacado del ex Presidente de España, es su nula autocrítica. Y su blindaje autoconvencido y orgullosamente simplón. Me da la impresión de que cuando Aznar afirma y reafirma con vehemencia, es el momento en el que se siente más vulnerable. Son reflejos paradójicos y hasta sorprendentes. Y esa contradictio actuativa y expresiva, le da complejidad a un tipo siempre serio y escasamente complaciente.

Él, lo niega todo. Niega que robara, que supiese algo de esa cueva de Alí Babá en la que se convirtió su partido, o las aranas de temor a perder las elecciones tras el salvaje atentado yihadista de la estación de Atocha.

Frío Aznar. Muy gris. Con un carisma de ganador evidente, pero en extremo inmovilista. No, no y no ... A Aznar las acusaciones, las justitas. Cuando se le pregunta si pondría la mano en el fuego sobre sus compañeros, Aznar se encogió de hombros. Y dijo que él solo ponía la mano por él mismo.

Tremendo él. Seguramente es su peor enemigo. El ego irreductible. Ha de ser jodido que tras ser dos veces Presidente de toda España, uno se sienta una mierda vulnerable de ETA dentro de un Audi. Porque es evidente que allí pudo morir.

Y siempre he sospechado que el conservadurismo siempre evidente de Aznar, se hizo todavía mayor y definitivo cuando vio que podían eliminarle en un pispás.

Y entonces se puso a vivir. Se sintió absolutamente grande. Abracadabremente grande, y recordando lo que le cantaban en sus mítines al referirse a su rival socialista González: - "¡Aznar, machote, arráncale el bigote! ..."

Aznar ha construído un personaje. Carismático y potente, y gris y duro. Pero, un personaje. Un personaje que parece sentirse injustamente tratado hasta por los suyos y por los otros votantes. Su creencia en el Estado, es distante a pesar de que él representó desde ese Everest del Estado y desde su gobernanza y Presidencia.

Aznar está definitivamente cabezón, irreductible e inmutable. Se limita a defenderse como un muro sin aparentes fisuras, y a largar letanías que dicen pretender unir y aglutinar. Quizás lo logró antes del atentado del Audi, pero ahora eso se acabó.

Ha negado todas las argucias e ignorado todas las irregularidades. Va de honesto y de limpio, de elegante y de internacional, de riguroso y de vencedor. Sí. Aznar siempre va de vencedor. También le pasa a Felipe González ...

Será genio y figura porque ha sobrevivido. Y que no le toquen a la boda de su hija, por que él ahí tienes más ego. Es, su hija. Y si eso estaba lleno de chorizos, y si la clave de los grandes escándalos judiciales estaba en el seno de los asistentes a esa boda, a él eso le importa un sonoro rábano.

Porque para él, la boda fue bien, España iba bien, y él irá bien siempre. Y puso los pies sobre la mesa junto a Bush y Blair, porque la prensa le pilló cansado.

El PP está ahora muy dividido. Y Aznar puede ser muy listo para la oportunidad triunfal. Concede entrevistas para hacerse el grande y el gran Cid Campeador que unía a todos los suyos camino de la victoria. Évole hizo un programa significativo. Aznar no se movió ni se moverá un centímetro de sí mismo.

-ASÍ LO VI Y LO CUENTO-
 

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