sábado, 27 de febrero de 2021

- EL CAMINO Y EL CIEGO. -



¿Aquel fardo mugriento sería acaso un ser humano, o una extraña sombra corpórea en movimiento?, ¿de verdad un hombre trataba de erguirse metido entre el barro encharcado tras una impresionante tormenta de lluvia y viento? Se irá viendo ...

Identificado por el destino. Sí. Un hombre. Difícil saber la causa por la que se hallaba en aquellas penosas circunstancias intentando zafarse con enorme esfuerzo de una muerte probable y olvidada.

Lo cierto es que aquel tipo de ancha espalda y absoluta decisión, logró ponerse en pie. Pero no veía nada. Su ceguera era total. Mas su tesón y deseo de comenzar a caminar hacia donde fuera, una evidencia ...

Le llamaremos inicialmente, "Man". Ciego y sin referencias, atravesando la ausencia e indiferencia de los demás seres, sin visión ninguna, comenzó a caminar. A marchar sin saber nada, pero teniendo el espíritu de un superviviente guerrero, capaz de no rendirse y no sucumbir definitivamente.

"Man", tropezó con unas piedras, y cayó al suelo. Se hizo daño, y no lograba recuperarse de sus lesiones generadas por su caída anterior. Pero el hombre pasó sus manos sobre la superficie de la tierra, y alcanzó algunas ramitas minúsculas que tendían a crecer a pesar de la característica árida y desértica del terreno por donde deseaba avanzar a toda costa. "Man" comió todas las hierbas de las que se sintió capaz a pesar de los dolores, y de súbito se desvaneció y volvió a caer. Inerte. Como ausente o finado.

Hasta que un tremendo rayo rompió el cielo en la noche, y el estruendo hizo reaccionar a "Man". El hombre se removió en el suelo, se sintió malherido de frío, y logró la proeza de no morir de debilidad. Al revés, volvió a levantarse y a seguir caminando.

Además, "Man" tomó mucha moral y aliciente. A pesar de que la noche cerrada impedía apenas bien pocos alardes visuales, "Man" sintió que lograba ver sombras. Aunque fuesen lobos o enormes roedores. Y "Man" escuchó aullidos, pero no hizo el menor caso al miedo. Y siguió y siguió caminando ante la sorpresa de sus depredadores. Y un lobo se acercó con sus colmillos a "Man". Pero, éste, empleó una fuerza hercúlea que logró sorprender al cánido. "Man" le golpeó con tanta dureza en el lomo del lobo, que éste se detuvo aturdido. Y en vez de solicitar estrategia o colaboración de su manada, el citado lobo escuchó la amenaza incesante de más rayos y truenos, y entonces los animales huyeron del lugar para refugiarse. Y "Man" siguió caminando hacia adelante con potente convicción y cada vez menos frío y más optimismo ...

Algunas horas después, "Man" volvió a desvanecerse sobre el suelo a pesar de que ahora ya podía distinguir mejor con la mirada, y no dejaba de alimentarse de vegetales salvajes que brotaban y aparecían en su camino.

Y cuando despertó, recuperándose, un potente sol secó sus ropas, y "Man" comprobó que ya veía perfectamente de uno de sus ojos. Y podía ver al fondo un amago de arboleda que para poder alcanzarla se necesitaría caminar más de una hora. Y, "Man", volvió a hacer camino. Y se alimentó esta vez de animales muertos. De carroñas de carne, las cuales le proporcionaban proteínas y energía. Salud. Y bebía de charcas. Y descubrió un riachuelo en donde se bañó. Y el sol mandó la temperatura hasta los treinta grados. Y al salir del agua, "Man" ya veía perfectamente por los dos ojos. Había recuperado plenamente toda la visión. Pero esa euforia no le detuvo. Y siguió caminando, ¡y caminando sin parar! ... Y mientras caminaba, empezó a recordar quién era. Recuperó que él era James Bircher, director de Banco, que estaba ya bastante cerca de su casa, y que su mujer hacía un año que había muerto de cáncer. 

Pero él, ¡seguía vivo! ... Y alguien le gritó al verle con mal aspecto; - "¡Señor Bircher! ¿Está usted bien? ..."

"Man! James Bircher asintió con la cabeza y le hizo un gesto con la mano para indicarle que no se preocupara por él. Y al llegar a su casa recordó que le habían secuestrado e intentado matarle dándole una monumental paliza y abandonándole al creerle muerto. El móvil era el dinero. Él se había negado a darles ni un centavo a sus captores ...

Y James Bircher, sonrió, porque ¡seguía vivo! ... Y al día siguiente y sin ánimo de venganza acudió a la comisaría de policía a relatar lo sucedido. Y un tanto atónito pudo ver cómo uno de los policías formaba parte del grupo que le había agredido y secuestrado. Finalmente y tras hacer su declaración de denuncia, llamó a su abogado para que le defendiera e informándole de lo que había visto en comisaría. Nada le dio temor a James Bircher. 

-Y SIGUIÓ CAMINANDO CON CONFIANZA IMPARABLE.-
 

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