jueves, 3 de septiembre de 2020

- ISABEL D. AYUSO EN EL CENTRO DE MADRID -



En el centro del campo, o en la banda derecha, o en un córner, o en una reunión colorista, o en la línea de penalty de su animosa juventud, o en el medio de una vida política determinada, decidida, de glamour y de para "adelante" ...

Isabel Díaz Ayuso tiene la mirada inescrutable, y cuanto más desees saber lo que está pensando, va a ser peor para tí. No se puede saber nada de ella y de su visión, incluso cuando eres cercano. Es todo un misterio.

Madrid, puede y está decidido a ser un misterio. Y élla, Isabel Díaz Ayuso, la carismática Presidenta de la Comunidad. De Madrid. En donde viven todos los grandes pesos pesados del dinero y de las decisiones.

Ayuso. Ese es el nombre mediático. Atrás queda lo de Isabel o lo de Díaz. Ayuso nunca parece hacer ruido aunque lo que haga sea estrepitoso. Se conoce bien los medios, porque le gustan más que a una manola o a una chulapa. Sabe de misterio atrapador. Y es capaz hasta de posar y negar, de atraer y repeler; de hacer diez minutos después todo lo contrario de que lo que señaló diez minutos antes.

Le dicen por muchos sitios, que ella no es Cayetana. Que Cayetana es un verso suelto y hay que aceptar su característica de irreductible. Entonces, ¿qué supone Ayuso?, ¿quién es?, ¿de qué va?, ¿le gusta la fama? ...

A Ayuso parece que le gusta la gran melée. Me recuerda a esos los del rugby del Torneo Séis Naciones, en las que "treinta" musculados atletas se zurran a sudor la badana casi en el barro por la posesión de un balón ovoide. Y, de repente o casi, otro hombre fornido y elegante atleta se atusa el pelo, mira a su derecha y a su izquierda, toma dicho balón, y decide repartir impecablemente el juego, sea con pase de apertura o con patada limpia para ganar metros y a tomar por saco.

La política. Ayuso como una Mary Poppins en la política, en donde se dan mordeduras de félidos aunque luego ante la prensa todo el pesar haya quedado en el campo. Y de ahí nadie filtrará nada o no será de los suyos. ¡Ojo! ...

De tiendas en la elegancia estética. Nivel. Ayuso lleva con esto del virus en su Madrid de niña grande y pelín pija, unos meses imposibles. Y ahí anda batiendo récords con su sonrisa gioconda. No. No dará la nota evidente, como hizo Esperanza Aguirre. No parecerá del hampa de la ambición mandona de la modernidad. Pero Ayuso nunca será lo que parece.

¿El virus? En Madrid todo es un rifostio en donde el patógeno sonríe con malicia y lo da todo jodiendo a los demás. Pero la idea de Ayuso acerca del comercio y de la vida de Madrid, parece quitarle peligro, drama y evidencia a la realidad.

¿Privatizaciones? Pueden estar muy bien. Son bonitas. Y esta borrasca potente de virus es muy desagradable que siga ahí. Las tiendas y los empresas deben abrir. Y también el individualismo de Ayuso. La iniciativa privada, y ese deseo personal de decidir ciudadano a ciudadano. Uno a uno.

¿Parecidos con el alcalde Almeida? Quizás pocos. Que cada uno, juzgue. Madrid va solo. Es independiente y fortachón. Madrid es el dinero, el money, el relacionarse bien, el saltar a jugar al pádel o al esquí, o al disfrute del buen viaje y del buen viajero.

Ayuso es como Madrid. Como una gran película trepidante de acción mutante donde puede caber todo. Madrid es como el Real Madrid. Con orden y sin intrusos comunistas. De España, hasta la enésima reencarnación. Del PP al cielo; del lugar habitual al progreso del buen trepar. Y de la buena pizza, y de la buena sonrisa, y del buen misterio.

-¿ACASO AYUSO? ... -
 

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