domingo, 28 de enero de 2024

¡ ES EL TIEMPO DE JANNIK SINNER!



Podía ser su momento. Había acabado con audacia con el mito Djokovic, y este gran bautizo mundial parecía destinado más que ligeramente, a su cetro. Es Jannik Sinner. Una de las mejores y consistentes promesas para suceder a Nadal y a "Nole". Constituye una de las primeras posiciones a la definitiva sucesión de los veteranos, junto al últimamente en transición Carlos Alcaraz.

No era empresa fácil superar en el Rod Laver a un fantástico tenista, herido en su orgullo, como es Daniil Medvedev. Ha perdido tres finales en ese mismo escenario.

Medvedev tiene veintisiete años, y sabía que podía ser su gran vendetta. Y salió el ruso. Como un avión, a golpetazo eléctrico de bola, y queriendo acabar bien pronto con los sueños de su pelirrojo rival, el cual nació en la Italia fronteriza con el Tirol y las montañas.

Los dos primeros sets, se los llevó el Daniil con presteza a su bolsillo. A Sinner le venía grande y tímido el debut en plena altura de éxito. Se sentía abrumado por un tenista con más experiencia y con una enorme calidad. Casi a merced del ruso, fallando con más nervios su inicial y evidente endeblez competitiva, azorado frente a la adversidad, y viendo con claridad cómo Daniil Medvedev estaba rabioso buscando el k.o. de la revancha y con la necesidad de proseguir en esa cúspide para no caer en trabas y en posibles decepcionantes declives. Tenis violento, genialoide e impecable, efectivo, y de superioridad en los dos primeros sets. Hasta que aconteció el tercero. El más mental y psicológico. O, uno de ellos. El que te lleva de paseo al fracaso, o viceversa.

Una de las claves del éxito del joven Sinner, es que a pesar de su juventud, es un chaval que no parece jugar a los grandes dramas, y que es capaz de mostrarse calmo aunque la situación pueda demandar la definitiva entrada en crisis hacia la derrota.

En ese tercer set, el italiano sacó del rubor toda su mejor virtud. El italiano no es vistoso a la hora de verle jugar. Es alto, flaco, y hasta un tanto desgarbado. Pero saca de cine, resta maravillosamente, trata de mantener hasta extremos colosales su juego natural, tiene fondo, y no se conoce ninguna faceta de su juego que sea excesivamente vulnerable. Académico, robusto, fibroso, y de cabeza fría y paciente. Es como si no se le fuera a acabar el mundo al perder, o como si supiera interiorizar su contento como un maestro de las emociones. El tenis suele ser fondo y cabeza. Entre muchísimas cosas más.

Poco a poco, el italiano de la montaña, fue rehaciéndose ante su potentísimo rival. Y por el contrario, a Medvedev comenzó a serle más imposible abrir vías de agua en la solidez de Jannik.

El ruso se fue derrumbando, jugando los dos rivales al límite del agotamiento. Y ésta, pudo ser una de las claves. El crecimiento tenístico y emocional de Sinner, empezaba a decirle que no a los deseos ya casi desesperados del ruso Medvedev.

Sinner gozó de su juventud y de su calma concentrada. Sus piernas y su mente funcionaban con toda la seguridad. Su rival, se frustraba leyendo lo peor. Hasta que las últimas bolas del partido decantaron todas las cosas hacia el bravo muchacho de San Cándido.

Ha ganado el Open de Australia. Por vez primera. Cuando ya le tocaba. Cuando ya se daban muchas circunstancias para ese arrollador paso de su Rubicón. Sinner ha ganado. Ha confirmado muchos pronósticos. Ahora es el mejor. El futuro confirmado, a la espera de que Alcaraz salga de su bucle. El ruso deberá tener paciencia para ser el que ha sido.

El mundo tenístico se saca el sombrero ante un gladiador impecable, joven, con un enorme talento, efectivo y sereno. Y tiene por delante al mejor de los escenarios de éxito y oropel. Parece haber llegado su tiempo.

¡Y PARA QUEDARSE!

 

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